Primera Plana
En casa de Anguita
Sus palabras reflejaban amor por Córdoba, un cariño correspondido por una ciudad que le llora y ya le echa de menos
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Iniciar sesiónCon el fallecimiento de Julio Anguita , que fue alcalde de Córdoba (1979-1986) y coordinador general de IU (1989-2000), perdemos a un político enorme : estudioso de los temas que abordaba, coherente, gran orador, íntegro... ... Podría añadir más calificativos, que son los que explican por qué nuestra tierra y el conjunto de España ha sentido su muerte. Podría escribir tantos que completaría esta columna. Pero no lo haré. Me gustaría contar algo más. Quiero recordar la primera vez que le entrevisté . Fue en noviembre de 2003 , en su casa. En aquella larga conversación, salieron rasgos esenciales de Anguita . Pero lo que me sobrecogió no fue político: me impactó su entereza cuando sólo siete meses antes había perdido a uno de sus hijos , el periodista Julio Anguita Parrado, en la guerra de Irak.
En esa entrevista, pude observar a un hombre que, aunque se había retirado de la primera línea política, seguía peleando por sus ideas , uniendo, como profesor que fue, teoría y práctica. Al hablar de la lucha contra la globalización, no sólo argumentaba contra ella, sino que también actuaba: «No diré qué cosas, pero hay cosas que yo no compro o a las que no me sumo, que boicoteo». Emergía ese Anguita coherente e íntegro , que renunció a su pensión como exdiputado. Era uno de esos políticos especialmente admirables, porque, teniendo la vida resuelta como maestro, se la complicó, y mucho, para intentar hacer una Córdoba y una España mejores.
Lo hizo a su modo. Defendiendo a machamartillo sus principios . En aquella conversación de 2003, advertía de que «no soy un vendedor que debe vender al público mis ideas y las descafeino o cambio a cada minuto». Ahí estaba el Anguita del «programa, programa, programa» , un político que buscaba convencer de que sus ideas eran las adecuadas y que no las amoldaba, como sucede ahora, a golpe de encuestas, con mensajes que quepan en los 280 caracteres de Twitter.
Le vi mantener su clásica contundencia en el discurso y su nulo miedo al «qué dirán» , que hoy paraliza a muchos representantes públicos y dirigentes de partidos. Le pregunté por el hecho de que en IU Córdoba no gustara que reclamara el debate sobre el «Plan Ibarretxe», a aquel lendakari le invitó a dar una conferencia en Córdoba, y respondió rotundo: «No es mi problema. El derecho de autodeterminación es el nervio político de PC y de IU. Cómo voy a ocultar eso». Pero hubo un momento en que sí dio importancia a los comentarios de los demás . Fue cuando señaló que «el otro día leí que mi periodo en la Alcaldía fue el del enfrentamiento con todo el mundo. Y no se habla del PGOU , del arreglo de calles , de la guardería municipal... El mito es la pelea con el obispo ... Eso es todo, ya estamos con la anécdota. Hubo compañeros que marcaron muchas cosas vigentes. Se trabajó durísimo y fue una tarea gigantesca». Esas palabras eran el reflejo de su amor por Córdoba , un cariño correspondido por una ciudad que le llora y ya le echa de menos.
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