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Javier Tafur - El estilita

De la ansiedad a la desvergüenza

Cristian está ya preparado para militar en el PSOE andaluz

LAS juventudes partidarias de ahora son muy frágiles. Ya no pegan ni carteles en los días electorales. El joven, hoy, sin mili y sin militancia política física, tiene que acogerse al costal y a la experiencia religiosa -que diría Iglesias (Enrique), cuando le ... funciona el playback- para curtirse. Las organizaciones juveniles están llenas de enclenques, de niños mimados, al menos en los partidos de la casta, que diría el otro Iglesias. Se han acomodado a la vida muelle del estado del bienestar y convertido a sus miembros en mini ejecutivos, aptos solo para emular la fructífera picaresca de sus mayores, a ser posible, sin dar un palo al agua. Cristian Menacho es una criatura ejemplar de esta circunstancia. Con su tupé de pijo de polígono y su barba lampiña de metrosexual de cuota, da la imagen precisa del espécimen. Hasta el nombre lo tiene de DJ más que de agitador social. Pero ha tenido que hacerse hombre de golpe y porrazo y percibir al fin que el medro en la cosa pública es un juego que conlleva consecuencias a veces desagradables. También se habrá dado cuenta de que ir siempre de la mano de mamá no garantiza necesariamente la seguridad en la vida y de que incluso una madre puede ser, en según que casos, una mala compañía. «¡Vaya mierda de casting!» , le protestó la suya cuando empezó a observar que las nuevas ovejas por él escogidas para alimentar el rebaño y el pesebre socialista no transigían dóciles con ser parcialmente esquiladas de sus nóminas.

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