(Video) Los 127 mártires de la persecución religiosa en Córdoba ya ofrecen como beatos su testimonio de perdón

Ha sido el aplauso de sus familiares presentes, pero también de una buena parte de la cristiandad cordobesa que ha mirado con júbilo esta ceremonia en que suben a los altares y en que se constituyen en ejemplo de la búsqueda de la santidad. Por eso han sonado también las campanas del primer templo diocesano.

Culmina así un largo proceso de más de quince años que ha reunido testimonios para acreditar que Juan Elías Medina y 126 personas más murieron por odio a la fe, es decir, por su fe cristiana, y que lo hicieron perdonando a los que les daban muerte . Lo inició el anterior obispo, Juan José Asenjo , presente también en la ceremonia.

Sus historias son variadas y también su condición, pero las une el que se les martirizó por odio a la fe a lo largo de toda la diócesis. La fe la habían mostrado, como ha insistido la diócesis, a lo largo de toda su vida, pero también en el momento de morir, en el perdón.

Su sacrificio o martirio fue casi siempre en los primeros meses de la Guerra Civil , dentro de un fenómeno de persecución al cristianismo que se desarrolló durante una buena parte de la década de 1930.

El prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el cardenal Marcello Semeraro , ha presidido la ceremonia en representación del Papa Francisco, ante obispos de toda España y sacerdotes de toda la diócesis, la mayoría con las casullas rojas que hacen alusión a la sangre derramada por los mártires.

De los 127 nuevos mártires que han subido a los altares, un total de 79 son sacerdotes , cinco eran seminaristas, cuatro religiosos y 48 laicos, y los familiares de muchos de ellos han estado presentes para ver el momento en que se les inscribía en el número de los beatos.

En la homilía, el cardenal Semeraro ha comenzado recordando «el amor misericordioso » con que Cristo elige a los suyos, a sus discípulos. Eso significa un doble sentido: distanciarse del mundo y las tinieblas y no dejarse seducir por la nostalgia del pecado.

El escenario abierto con el anuncio del odio del mundo , ha dicho el cardenal, es exactamente el contrario de la otra palabra confortante y llena de promesas: «Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito».

El cardenal Semeraro ha insistido en elogiar a los mártires que se alejaron del mundo , pero también en la necesidad de no dejarse turbar por las persecuciones. «El odio del mundo, pues, es inseparable del seguimiento de Jesús y es también su mejor apología», ha afirmado el prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

«Estamos delante de una visión de la historia cuya memoria podrá convertirse en un lugar de evangelización dentro de contextos secularizados. Es el testimonio de una Iglesia 'circumdata varietate'. Es como la explosión de la Pentecostés, la realización de la profecía de Joel. El Espíritu Santo irrumpe sobre todos: ancianos y jóvenes , hijos e hijas», ha proclamado el cardenal.

El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández , ha concluido la ceremonia con unas palabras de agradecimiento al Papa Francisco. «La Iglesia se alegra por los mejores de entre sus hijos, que soportaron la prueba para la gloria del cielo», ha dicho.

No ha olvidado la «fila interminable de mártires que han enriquecido a Córdoba en la época romana y árabe, y últimamente en la persecución religiosa del siglo XX». «La tortura que han padecido se ha convertido en ocasión de un amor más grande», ha recordado.

En la cita han estado presentes el alcalde de Córdoba, José María Bellido ; el consejero de Salud, Jesús Aguirre; el delegado del Gobierno de la Junta, Antonio Repullo; los alcaldes de varios pueblos donde vivían los mártires, y varios diputados y cargos institucionales del PP y Vox, entre una nutrida representación de la sociedad civil de la capital y la provincia.