La Virgen de los Dolores preside un Viernes Santo de Córdoba fiel a sí mismo

A las 18.35 se ha puesto en la calle la cofradía de María Santísima en su Soledad , que estrena una sobria y elegante saya con bordados de una casulla antigua, y que lleva a su titular en silencio absoluto con la sobriedad de sus nazarenos de marrón franciscano . Llega desde Santiago en un paso con variadas flores en tono morado.

Pero el momento de mayor devoción ha sido, a partir de las 18.45, la salida de la hermandad de los Dolores a la espalda del Cristo de los Faroles. Ha madrugado la cofradía mucho menos que otros años, pero su camino vuelve a ser multitudinario y lleno de la oración callada en torno a la imagen más querida de la ciudad, que hace casi una década dio uno de los pasos clave en la reivindicación de la Catedral para las cofradías. Ahora Nuestra Señora de los Dolores sigue recibiendo oraciones en su alta peana y con su estampa que resiste al paso del tiempo. Va con rosas de color crudo y algunas calas blancas, que arropan su dolor sin palio. Antes, el Cristo de la Clemencia avanza con solemnidad abriéndole camino.

La jornada ha seguido después con la cofradía del Descendimiento , que se ha puesto en la calle a las 19.40 para buscar sus estampas eternas en el Puente Romano . La última hermandad en salir ha sido la del Santo Sepulcro , a las 20.35, con todo el despliegue de su personalidad inconfundible. Fiel a una tradición que se intenta repetir, la Virgen del Desconsuelo vuelve a llevar azahares. Cerrará la noche en la Catedral a la espera de la Resurrección.