El túnel interminable para la confección de túnicas y tejidos cofrades en Córdoba

La petición de costales que precisaban los costaleros, las túnicas para nuevos hermanos, los pedidos de hábitos que a última hora encargaban algunas hermandades a pocos días de la Semana Santa, se han disipado como agua en el desierto.

En estos días, en condiciones normales, hubiera empezado ya la temporada de venta más fuerte en cuanto a costales y hábitos nazarenos (de estos últimos vendía unos 70 anualmente). Pero ahora « estoy a cero . No sé si voy a poder aguantar mucho más tampoco», reconoce Vizcaíno. Las hermandades le solían comprar telas, galones, borlas y flecos, pero ese grifo se ha cerrado porque tampoco tienen ingresos.

En octubre y noviembre de 2020 todo fue razonablemente bien, pero este mes de febrero «está siendo criminal , estamos vendiendo el 80% menos», indica. La celebración actual de cultos cofrades en las iglesias no le ha repercutido porque «como este año son cultos raros y diferentes las hermandades no invierten en telas nuevas».

La tabla de salvación le ha llegado de la mano de particulares que tienen pequeñas imágenes en sus casas y de la diócesis. Durante todo el año algunas parroquias nuevas le piden que elabore piezas para ambones, altares y doseles para algún santo. Esto le ofrece cierta actividad, junto con la renovación de las piezas en otras parroquias más consolidadas. «Gracias a eso estoy todavía aquí», resume Vizcaíno.

En su tienda de la calle Ambrosio de Morales, Vizcaíno trabaja los brocados, damascos, terciopelos, tisúes, sedas, galones, borlas, agremanes, túnicas a medida, cíngulos y equipos de costalero. También ofrece incienso, confección religiosa, hilos de oro y plata, albas y raso. Intenta tener de casi todo. Durante el estado de alarma, cerró sus puertas durante dos meses para reabrir en mayo de 2020.

La venta de incienso sigue dándose a particulares de la ciudad, pero no a turistas extranjeros , que eran sus mayores compradores, «porque tampoco vienen». Sobre la posibilidad de abrir una nueva variante de ventas, asegura que lo descarta porque tendría que invertir en nuevas máquinas para poder hacer mascarillas o sudaderas, por ejemplo.

Para colmo, en la Cuaresma de 2020, la del estado de alarma, más de veinte túnicas se le quedaron ya confeccionadas, pero sus clientes dejaron de recoger y pagar, quizá porque los niños han crecido y creen que no les estarán bien. Aunque les ha avisado, no ha obtenido respuesta. Él ya pagó los materiales y la modista, y tan sólo recibió una pequeña señal que no ha supuesto ningún beneficio , explica.

En su día a día, Juan Carlos Vizcaíno ha contado con la complicidad de la casera de su local, quien durante seis meses le ha rebajado a la mitad el recibo y «se lo agradezco ». Por ahora «he subsistido como he podido». Todo lo que tiene en la tienda está pagado y, si tiene que pedir nueva mercancía, «pido con cuentagotas».

Por todo ello, cuando ya los agoreros comienzan a decir que la Semana Santa de 2022 tampoco se celebrará públicamente en las calles, Vizcaíno confiesa que no sabe cómo conseguirá resistir: «Se está oyendo ya que tampoco. Esto será ya la puntilla», sentencia.