El patero del lunes: Drácula en la Pascua de Resurrección, por Miguel Ángel de Abajo

Le ha dado a varios políticos de distinto espectro por la muerte digna y la eutanasia , la prometen en campaña, eutanasia para todos: con azúcar, con sacarina, sin alcohol, con alcohol, sin gas o con gas, sin cámara de gas o con cámara de gas…

Drácula sale en la tele, twitea, se replica sonriente en vallas publicitarias con su dentadura impecable a la que le han fotoshopeado los colmillos. A esta muerte digna, en cofrade se le ha llamado siempre la buena muerte. Pero hay diferencia de concepto entre una y otra cosa. La muerte digna quiere decir que cuando la cosa se complica, hay que agilizar el trámite con el fulano y cortar por lo sano.

La buena muerte en cofrade quiere decir no dejar nunca solo al fulano terminal: «…cuando un cofrade… estuviere a punto de muerte… si no tuviere quién esté con él para lo consolar y animar a bien morir… dos hermanos de nuestra cofradía lo acompañen… hasta que tenga mejoría o lo lleve Dios a su gloria…».

Así se entendía la buena muerte en las primitivas reglas del siglo XVI de la hermandad de las Angustias , todo un anticipo del principio de cuidados paliativos y de humanidad. Toda una lección para tanto vampiro adicto al mordisco anestesiante . Drácula, en el siglo XXI ha cambiado el look.

No ha cambiado su apetito: sangre frita, sangre gorda, sangre fresca… sangre, sangre, sangre… Como no sirve para paliar los problemas de los vivos, ha hallado la solución en prometer muerte digna para todos, barra libre de guadañas y eutanasia de barril.

Drácula es un muerto viviente, pide tu voto para el imperio de la muerte digna, que es como pedir tu sangre, con tu voto le das permiso para que te la chupe a lametones (la sangre, ¿eh?, que estamos en una página de cofradías y no quiero ser ordinario).