Magna Córdoba 2019 | Los traslados en andas escriben la última página de la espera en la Catedral

Se había prometido que la tarde del viernes abriría paso a los traslados en andas o vía crucis y así ha sido, aunque hubiera un pequeño chispeo y nubes que alimentaban las dudas. No la tuvieron las hermandades, que han estado en la calle a sus horas. El primero, el Cristo de la Oración y Caridad , que ha escrito una página en su historia, la de la hermandad de la Conversión , al llegar por primera vez a la Catedral, y que ha llevado una banda de música.

Le ha seguido la hermandad del Huerto , con el Señor de la Oración y el Amarrado a la columna. Iba a ser la última, pero adelantó su lugar por la incertidumbre. Muchos hermanos acompañaban a las imágenes, que recorrieron un hermoso camino en la Judería , allí donde los pasos no pueden llegar.

Después, el Cristo de la Agonía , desde su barrio del Naranjo , y también con un nutrido cortejo de hermanos, que han repetido otro camino, también de vísperas, que hacen el día anterior al Domingo de Ramos . Porque había un aire de prefiguración, de los días anteriores a los grandes, y por eso se repetían escenas como de Sábado de Pasión o de Viernes de Dolores .

Este último es el día en que Jesús Caído sale en vía crucis, y este viernes ha repetido la escena, aunque esta vez para cruzar una parte de la ciudad y dirigirse al primer templo, con la túnica que estrenó en 2012. Superó en la cuesta de San Cayetano los momentos críticos y caminó con su devoción antigua a Córdoba.

Y aunque Córdoba no es ciudad de masas en ciertos momentos, por el Centro y al llegar a la Catedral han ido las hermandades arropadas . Muchos esperaban a Jesús de la Sangre en Capuchinos, y guardaban silencio para escuchar la música de capilla que se ofrecía ante él. Delante de las andas, un lazo negro guardaba luto por Luis Álvarez Duarte , autor de la Dolorosa de la hermandad y de San Juan.

El Patio de los Naranjos tenía casi el aspecto de un día de Semana Santa . Se rozaba la medianoche en Córdoba, quedaba en el aire un poco de olor de incienso y la certeza de la víspera de algo que tiene que ser grande. Tan grande como una magna.