Pasión en Córdoba
San Rafael: ¿Custodio o patrón de la ciudad de Córdoba?
El título de patrón lo tiene San Acisclo, mientras que el Arcángel es el que salvaguarda a esta tierra y sus habitantes desde el siglo XVI
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San Rafael Arcángel, en la procesión de mayo 2022
Si en Córdoba se contempla una imagen religiosa que representa a un joven apuesto y con grandes alas, no hay dudas: es San Rafael. No es el único Arcángel, pero es tan omnipresente en la ciudad que se ha convertido en un icono ... de su identidad.
¿Pero San Rafael es su patrón? Se lo preguntan muchos visitantes y no pocos cordobeses, pero no lo es en realidad. Desde la Edad Antigua, el patrón de Córdoba es San Acisclo, un joven hispanorromano que profesó el cristianismo en tiempos de la persecución que dictó el emperador Diocleciano, en los primeros años del siglo IV.
Tras sufrir distintos tormentos de los que salió indemne, el gobernador Dion ordenó que se le decapitara. San Eulogio, que también acabó martirizado, dice que se le dio muerte junto al río Guadalquivir el 17 de noviembre de 304.
Culto al niño mártir
El culto al niño mártir fue muy temprano y se convirtió en patrón de Córdoba y de la diócesis. Algunos años más tarde se habló de Victoria como compañera en el martirio, e incluso de que fue su hermana.
En cualquier caso el patrón de Córdoba fue San Acisclo, a la cabeza de una larga serie de mártires muy venerados, como San Zoilo. Tuvieron templo antes de la invasión musulmana, aunque no llegaron a la época de la Reconquista.
Poco después aparece en liza San Rafael, el Arcángel que en la Biblia había acompañado a Tobías. A finales del siglo XIII se dio en la ciudad una terrible epidemia que diezmó su población.
San Rafael se apareció al mercedario Fray Simón de Sousa y le mandó que pidiese al obispo que su imagen estuviese en la torre de la Catedral.
Fue la primera intercesión de su protección y se le empezó a venerar, pero el cambio llegó en el siglo XVI. En 1575 aparecieron en unas obras en la iglesia de San Pedro unas reliquias y se debatía si pertenecerían a los mártires de época romana que se veneraban desde hacía siglos entre los cristianos.
Fue San Rafael el que zanjó la cuestión. El 7 de mayo de 1578, tras haberlo visitado en los días anteriores, se apareció al sacerdote Andrés de las Roelas y le confirmó que eran las reliquias de los mártires. Pero antes llegó la frase en que confirmó su identidad y su relación con Córdoba.
Es parte de la iconografía del Arcángel: «Yo te juro por Jesucristo Crucificado que soy Rafael, ángel a quien tiene Dios puesto por guarda de esta ciudad». El juramento acompaña a todas las imágenes que se veneran en Córdoba, que son muy numerosas.
San Rafael se encuentra desde entonces en campanarios, retablos, en su templete neoclásico de la iglesia del Juramento y, sobre todo, en los triunfos, que celebran en ciertos casos su protección del terremoto de Lisboa el 1 de noviembre de 1755.
En procesión
El Arcángel pasó entonces a ser el Custodio de Córdoba y su fiesta, el 24 de octubre, se convirtió en una de las más importantes de la ciudad. Sigue siendo festivo, igual que el 8 de septiembre, día de Nuestra Señora de la Fuensanta, patrona de la ciudad desde la Edad Moderna.
Eso sí: a los cordobeses que conocen bien su ciudad les gusta puntualizar que no es el patrón de Córdoba, aunque sí lo sea de muchos organismos. Su imagen protagoniza una procesión anual en mayo desde 2022.
Y también el día de San Acisclo y Santa Victoria, el 17 de noviembre, ha recuperado presencia en los últimos años, de la mano de la diócesis, de hermandades como la Misericordia y la Fundación Santos Mártires.
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