Padre Juan Dobado: «El proyecto del paso de palio del Carmen de Córdoba fue muy ilusionante y atrevido»

Reconoce, en conversación con ABC, que «en la cabeza conserva uno todos los recuerdos de los años de preparación a la salida, la primera salida y en los 25 años de salidas que va a hacer éste hemos ido viendo todo un proceso de cómo se ha ido forjando el palio, cómo se ha ido terminando el trabajo».

Por eso, eso va «a ser lo que yo quiero reflejar con muchísimas anécdotas y pienso que a los que van a ir dirigidas las van a recordar rápidamente porque ha sido tanto tiempo que hemos pasado allí y hemos visto cómo ha nacido todo: desde que llegaba un respiradero y la noche de madrugada en que llegó la peana de plata, que era un regalo de una persona y nadie sabía nada. De todas esas cosas quiero hacer los recuerdos de cómo fue eso», explica.

La iglesia conventual de San José (San Cayetano) acoge este sábado por la tarde tras la novena sus palabras en torno a esa crucial efemérides. El padre Dobado nació en 1970 en Jabalquinto (Jaén) y es el prior del convento del Santo Ángel de Sevilla.

Entre 2011 y 2014 fue prior en Córdoba para la coronación de la Virgen, pero pese a estar en la actualidad en la capital de Andalucía «no dejo de tener mucha relación con Córdoba y con la archicofradía del Carmen», indica.

-Hace 25 años se recuperó la procesión. Usted fue uno de los que movió aquello. ¿Cuál fue el porqué y cómo se hizo?

-Yo llego allí en 1994 y lo que me encuentro es una devoción al Carmen un poquito adormecida. Celebraba su novena un grupo de personas mayores, las personas de la Orden Tercera... Ella jamás dejó de tener su culto, no salía a la calle, pero no dejó de tener nunca su celebración. Como soy historiador, siempre he sido muy ratón de biblioteca, y cuando me encuentro con los álbumes de fotos antiguas de sus salidas de los años 40 y 50, me quedé perplejo. Digo «¿pero cómo puede ser que esto se haya apagado, si era una de las salidas procesionales más espectaculares de la ciudad? Tenía un cortejo de miles de personas, era como las que llamamos del Nodo, de blanco y negro. Fue empezar a tocar las teclas y ese mismo verano del 94 se nos ocurre poner a la Virgen de besamanos, y aquello fue un acontecimiento para el mundo cofrade, para el barrio de Santa Marina. La Virgen no se había bajado del camarín hacía más de veinte años, y aquello fue un hervidero de gente del mundo cofrade de esas décadas de los 80, 90 (Miguel Arjona, Antonio Muñoz, Miguel Ángel de Abajo, David Luque). Vimos que esto es posible, sería bueno. Al ver cómo fue la reacción de la gente, eso era como un brasero que estaba apagado y se metió la paleta a remover y empezaron a salir las ascuas. Y el día del Carmen muchísima gente llenaba la misa y compraba escapularios, yo veía que había algo que permanecía.

-¿Quiénes más fueron partícipes de este resurgir?

-Fue todo una colaboración muy bonita en general: la feligresía de la iglesia, la Orden Tercera, el AMPA del colegio, antiguos alumnos. Fue todo como un movimiento que hicimos a la par. Todo el mundo se ilusionaba mucho y vimos que era posible, y la comunidad dijo de ir adelante, dejaron en mí que yo llevase esto hacia adelante. Primero se recuperó la procesión del Niño de Praga, fuimos a restaurar primero la Virgen, sus coronas, preparando todo, y nos marcamos el año 2000 como objetivo, cinco años en preparar. La hermandad de Jesús Caído también estuvo muy cerca de nosotros. Y dándole vueltas la Virgen tenía allí su paso antiguo, los respiraderos estaban perfectamente, veíamos que no era tal vez el estilo cofrade de lo que la ciudad tenía, era de otra época y pensamos en que saliera bajo palio. Como otras Vírgenes del Carmen de la Orden, como la de Cádiz o de San Fernando y en la misma provincia de Córdoba, en Rute o Palenciana, no era novedoso.

-Y en el diseño del palio tuvo usted protagonismo.

-Diseñamos una cosa muy de estilo rococó, buscamos el siglo XVIII en conjunción con lo que la Virgen tenía, su corona, su platería. A mí me ha gustado mucho dibujar, había que empezar, pero cuando encontré a otra persona que dibuja mejor que yo (apareció Sergio Cornejo en escena), yo me retiré. Lo que hice fue coger las cosas de la iglesia, elementos de la platería del convento, lo que había en casa: los diseños en rocalla de las paredes de la capilla de Jesús Caído, ésa fue la idea, que fuera personal. Gracias al empuje de los diferentes hermanos mayores, por ejemplo Juan José Cas, que fue muy importante, nos liamos la manta a la cabeza de hacer un proyecto de un paso de palio en plata, que era una apuesta de locos. Estrenamos en 2003 la candelería de plata. Y los respiraderos de plata eran después de los de los Dolores. Era un proyecto muy ilusionante y muy atrevido, pero con gente que tenía muchas de empezar esta labor y de continuar.

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-¿Actualmente cómo percibe esta procesión y la devoción a la Virgen del Carmen?

-La iglesia está a tope en la novena, que es el pulso de la devoción, con el calor que hay en Córdoba y subiendo la cuesta. Es una devoción constante, fuerte. Y el día del Carmen conservamos todavía tres misas por la mañana, 8.00, 9.00 y 10.00, y la función por la tarde a las ocho. El momento álgido fue cuando en el 2008 hablamos con el obispo para la coronación en 2012, y la coronación ha sido todavía un aliciente mayor de aumento de la devoción. Todos los sábados del año la cofradía canta su salve, su sabatina, y también tiene un muy buen grupo joven y un equipo de acólitos muy bien formados en la liturgia. Y la cofradía lleva 25 años poniendo su altar de Corpus. Y es una Virgen del Carmen referente, muy conocida en las glorias de Andalucía.

-Al esplendor de la Virgen contribuye mucho su espectacular joyero y ajuar, otra muestra más del fervor popular que genera, ¿no?

-Cada año tiene sus estrenos y la Virgen tiene ahora mismo uno de los cinco mejores joyeros de España, a la altura de Gracia de Carmona y el Pilar de Zaragoza. Milagrosamente, esas joyas estaban súper bien escondidas, se preservaron de épocas malas, de crisis. Pasó la Guerra Civil escondido y puesto a salvo. Sería digno, si se pudiera alguna vez, de que la hermandad pudiese tener un museo permanente del tesoro de la Virgen que se pudiera visitar. Es un proyecto de esos de soñar.