El Patero del Domingo
Stabat Mater
Dará pena sacar al Cristo de la Confianza por unas horas del bellísimo calvario que ha pintado Rafael Castejón
De piñata
Colegio oficioso
Paradoja chestertoniana, ya que se habla de Dios escribiendo con renglones torcidos: ahora que está cercano, después de tantos años, el momento de ver al Cristo de la Confianza encima de un paso por las calles de Ciudad Jardín y de Córdoba entera, ... va a dar mucha pena arrancarlo de su altar aunque sea por unos días y dejar de verlo en el paisaje a la vez de carne y cielo, de trascendencia y lágrimas, que ha concebido el pintor Rafael Castejón.
El calvario en que ahora sobrecoge el Crucificado de la parroquia de la Inmaculada es la gran sorpresa de esta Cuaresma y de las anteriores y se hace para la imagen exacta: el Cristo de la Confianza no necesitó una cofradía para tener el quinario más concurrido de la ciudad, ni cruzar las calles a hombros de costaleros para que le rezasen y visitasen todos los días y para que su nombre y su estampa resonasen por toda Córdoba.
Ahora su fraternidad, su parroquia y la audacia creativa de Rafael Castejón han escrito una página nueva: el Crucificado podrá salir a la calle pronto encima del estupendo paso que han concebido los hermanos Valverde, pero, como cualquier imagen, lo que lo sustente será el culto diario, las oraciones de todos los días y las visitas de sus devotos, y ellos, lejanos los días de la Semana Santa, serán los que disfruten cada vez que quieran del premio de encontrarlo dentro de una obra de arte total e inagotable.
Rafael Castejón ha pintado con maestría y sin más límites que los de la belleza. La integración y la proporción son tan exquisitas que de lejos el observador parece acercarse a un Crucificado pintado. Luego tendrá que detenerse en la profundidad del paisaje de Córdoba, en las calaveras, cardos y símbolos de su muerte que salva, en Dios Padre que observa en la gloria la consumación de la redención y muy en especial en la Virgen, que mira con los ojos de las mujeres de Romero de Torres y el llanto conmovedor del 'Stabat Mater' de Pergolesi.
Por ahora no tiene la fraternidad Dolorosa titular, pero el pintor se lo ha puesto difícil para encontrar una hermosura más honda y un dolor más emocionante que el de esa Madre a la que hasta el Cristo de la Confianza echará de menos cuando tenga que salir de allí.
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