Toda la iconografía y detalles de cómo quedará el palio de la Merced de Córdoba

Prevalece ante todo el deseo de la hermandad de dotar de unidad al discurso estilístico e iconográfico relativo a la advocación de su dolorosa. El conjunto en pleno hablará visual y simbólicamente de la orden de la Merced y derrochará blancura.

El cabildo extraordinario de hermanos dio su aprobación a esta reforma integral del palio de Santa María de la Merced el pasado miércoles por la noche.

El hermano mayor de la Merced, Pablo Jiménez, subrayó a ABC que «cuando se acometa, y no va a ser ahora mismo, el techo va a ir todo en blanco, pero el soporte no lo sabemos: si será terciopelo o será tisú. Tendremos que verlo con el taller y cuál es el más recomendable».

Y sobre la bambalina detalla que «lleva alguna parte de blanco porque no se puede poner en malla, pero la mayor parte de la bambalina va en malla todo».

El equilibrio manda, a juicio de Javier Sánchez de los Reyes, pues «combina la riqueza decorativa y simbólica de sus elementos junto con cierta finura y la elegancia de proporciones y primera impronta del paso actual».

La primera pieza diseñada y base del proyecto son los respiraderos (el frontal estrenado el pasado Lunes Santo y los laterales se verán este mismo año).

Concebidos en orfebrería y bordados en oro, se constituyen en base a un amplio moldurón que describe que sirven de basamento arquitectónico y visual para los demás elementos del paso que se asientan sobre él (varales, jarras y candelabros de cola).

Sobre los salientes de los respiraderos se yerguen los varales. Tienen un basamento cuadrado con una capilla en la que figuran arcángeles vestidos con el hábito mercedario sentados en sitiales de coro, sosteniendo cartelas con obras de misericordia.

Sobre él, diversos cuerpos con decoraciones florales y vegetales, bulbosas, rematan y terminan en la clásica sección de tubo, algo que estilizará el conjunto.

Las jarras, que también se asientan sobre sus correspondientes ingletes, tienen un basamento con cuatro arbotantes o volutas exentas emperladas. Poseen «forma bulbosa clásica y asas en forma de argolla curvada de las que salen guirnaldas de flores». Llevan una cartela central con el escudo de la Merced sobre fondo azul esmaltado y una piedra amarilla imitando al topacio.

Los candelabros de cola poseen once luces cada uno y tienen un basamento rectangular, con una cartela en su lado mayor sostenida por dos arcángeles y sendos arbotantes en los lados menores. La otra cara que mira al manto lleva una labor de repujado, sin figuras, para no interferir o dañar este importante elemento de la Virgen.

Esa cartela tiene un marco dorado de temas vegetales y florales y alberga a San Fernando en un candelabro y a San Luis en el otro, de medio busto en plata cincelada.

Cuatro arbotantes sostienen una corona real de la que penden lambrequines o guardamalletas, que actúa de «distribuidor» desde donde comienzan a surgir los distintos brazos y una azucena.

Los brazos del candelabro y sus macollas y adornos, así como las coronillas de los guardabrisas serán finos. Por su parte, la nueva peana tendrá perfil cóncavo-convexo, «con bombo y escocia, con ochava en la esquina y con un leve saliente hacia fuera».

Con dos volutas aplicadas, muestra en su frente ricamente repujado en una cartela central la escena de la aparición de San Rafael al fraile mercedario Fray Simón de Sousa, que está albergada por otro saliente central de la moldura superior.

En la zona de arriba, en las ochavas o esquinas, dos pequeños querubines sostienen un movido tallo vegetal que remata en un guardabrisa.

Los candeleros que conforman candelería se plantean con un pie estrecho. «Es sencilla y de carácter funcional, pero a su vez con cuerpos bulbosos y perfil muy movido, con gracia de líneas y esbeltez», en palabras de su creador. En el basamento aparece el escudo de la Merced y cabezas de querubines alados en el platillo superior.

En el palio se plasma la idea inicial de que fuese bordado sobre soporte blanco, incluye una parte sobre malla de oro para que no sea una masa de color blanco.

Dicha malla de oro «se dispone en la zona central de cada paño de las bambalinas, acentuando y acompañando el movimiento de las cadenas que lo personalizan y definen», describe Sánchez de los Reyes.

El techo de palio presentaba un problema al ampliarse el paso y su bastidor en años pasados. La ampliación de la zona bordada se realizó de manera provisional.

Existe un corte visual entre la original, con el bordado primigenio, y la ampliada, prácticamente de terciopelo liso. Se forman dos bandas longitudinales en ambos extremos. 

En el proyecto de adaptación y mejora el diseñador ha abierto el dibujo original leve y progresivamente. Eso sí, respeta su impronta, de manera que será imperceptible a la vista, pero lleva el bordado hasta el extremo del bastidor.

En la gloria se plantea extraer la pintura original porque se encuentra «deformada y descuadrada». Se conservará en la hermandad, pero se sustituirá por una nueva pintura con la misma temática: la Virgen de la Merced con el niño entre San Antonio y San Pedro Nolasco.