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SEMANA SANTA

Bernabé Jiménez, florista: «La personalidad de la Semana Santa de Córdoba se está perdiendo, tanto en las flores como en todo»

Su manera de vivir estos días apela a las vivencias y al tiempo en hermandad, prepara los exornos de la Esperanza y la Estrella, sale de nazareno en el Prendimiento y es costalero de la Esperanza y el Gran Poder

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Bernabé Jiménez, en la parroquia de San Fernando, sede de la hermandad de la Estrella Rafael carmona
Julia García Higueras

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Acumula 34 primaveras seguidas colocando las flores de la hermandad de la Esperanza y algunas menos adornando a los titulares de la Estrella. Bernabé Jiménez, nacido en Córdoba un 11 de febrero de hace 53 años, es florista por afición y de manera desinteresada, no por profesión, pues es dueño del Horno de la Cruz junto con su hermano. Nazareno, costalero y rociero, su modo de sentir la fe en Semana Santa y Pascua trasciende devociones y provincias.

«Hermano de cuna soy del Prendimiento», también le pone las flores al Custodio San Rafael, y en el pasado a la Piedad, la Alegría y a la Caridad un par de años. Reconoce que «la Semana Santa es complicada, entre el trabajo, salir de costalero, salir de nazareno, las flores, es tremenda».

-La suya es una forma de vivir la Semana Santa en muchas dimensiones. Hay personas que a lo mejor solo son nazarenos o solo costaleros, pero en su caso es muchas cosas. ¿Cómo llegó a combinarlo todo?

-Como hemos empezado todos, de jóvenes, en el grupo joven y siempre alrededor de los mayores. Y claro, conforme te vas haciendo un poquito más grande en el momento que despuntas, por decirlo de alguna manera, pues ya el hermano mayor que esté te coge para la junta de gobierno. Porque yo empecé en la Borriquita y luego estuve ocho años en el Prendimiento en la junta de gobierno. Después estuve ocho años en la junta de gobierno del Rocío, luego siete años de hermano mayor. Vamos, que llevo toda mi vida en juntas de gobierno y en este mundo desde chico y al final te inclinas por lo que más te gusta. En mi caso siempre he salido de costalero. Ahora en la hermandad del Prendimiento, al dejar de salir de costalero lo que hago es vestirme de nazareno. En la Esperanza sigo siendo costalero y luego en Sevilla, en el Gran Poder también costalero. Y lo de las flores pues me vino de rebote. Lo que es ayudar, ayudar, ayudar y al final pues de ayudar te pasan el relevo.

-Como florista ¿qué especies están en su top ten personal para ponérselas a las cofradías: clavel, rosa, gladiolo, alhelí?

-Lo de las flores depende de la hermandad. Soy partidario de que las hermandades tengan su sello porque, aunque haya modas en la flor y haya modas en la forma de ponerla, es como cuando sale una moda de vestir, lo que le pega a ese modelo a ti no te pega. Hay que saber valorar y diferenciar. Entonces una piña cónica siempre se cataloga como más seria, no le puedo poner piñas cónicas a la Esperanza porque todos sabemos el estilo que tiene y la bulla que lleva en la calle y es una hermandad de Domingo de Ramos, no le pega. Hay que diferenciar la forma de poner las flores y no se puede perder nunca el sello de una cofradía. La Caridad del Buen Suceso siempre se ha distinguido porque llevaba rosas rosas y la Concepción de Santiago siempre se ha caracterizado porque llevaba camelias.

-¿Cuál es su filosofía?

Soy partidario de que las hermandades tengan su sello y se distingan. Lo que no se puede estar todo el año porque ahora se lleve esto, yo lo pongo; porque ahora se lleve esto, también le pongo. No, yo soy más clásico en ese sentido y aparte que es más complicado estar cambiando todos los años de flores. Hay hermandades que le pones una piña de clavel y va perfecta porque más cofrade que el clavel, el gladiolo y la rosa no hay nada. Eso nunca pasa, ahí aciertas siempre.

La personalidad

«El sello de la cofradía no se tiene solamente en los bordados, ni el guion, ni en la forma de andar, el sello hay que tenerlo en todo, y dentro de ese todo están las flores»

-¿Por qué se da esa nueva moda?

-Hay muchísima moda con las flores últimamente desde que han entrado las floristerías en los pasos.

-¿Cómo ve la opción multifloral? ¿Choca con la uniformidad o sello de cada cofradía?

-Si la hermandad lo suele hacer siempre, lo apruebo. Lo que no se puede hacer es un año y al año siguiente poner claveles, y al año siguiente poner otra flor; o un año ir muy costeada de flores y al año siguiente ir muy escueta. Si se sigue una línea, que se siga para siempre. Entonces eso es lo que el florista o la hermandad tienen que hacer prevalecer. Lo que no puede estar un año en el top 10 y otro año en el 5 porque está la cosa malamente de dineros, no. Guarda una línea durante el mandato o durante la vida de la hermandad, pero no podemos estar cambiando ahora por las modas. Antiguamente éramos más clásicos y era más sota, caballo y rey los exornos de los pasos. Hoy día no, hoy día se está perdiendo la personalidad de la Semana Santa, tanto en las floristerías como en todo.

-¿En qué sentido?

-Se está comercializando todo mucho, se está politizando. Todos los que hemos vivido la Semana Santa y tenemos una edad lo que vemos ahora no nos gusta. Ahora se paga por todo: por que te monten los cultos, por que te monten la cera en los pasos, por que te pongan las flores. Vamos a hacer veinte Magnas porque eso deja dinero en la ciudad y todo el día los pasos en la calle. La gente no quiere trabajar. La gente joven hace de mayor lo que ve, como el refrán 'De mayor harás lo que de joven verás'. Pues la gente joven que está entrando a las hermandades hoy día, como lo que ve es eso, que se paga por todo, que no se trabaja, pues eso es lo que hacen, y se pierde la identidad de las hermandades, los ratos, las madrugadas. Eso se echa mucho de menos. Habrá aquí hermandades que lo hagan, pero cada vez son menos.

-La parte de la convivencia, ¿verdad?

-Las madrugadas y ponerle las flores, uno trae torrijas; otro, un termo de café; otro, otros dulces y al final tienes unas vivencias, unas risas, unos sentimientos que eso ya no se tiene. Hoy ya viene la floristería, vienen diez personas en una furgoneta y en dos horas te ponen el paso y adiós. Eso lo añoro mucho, es una pena.

Bernabé Jiménez, ante el palio de la Estrella, con calas blancas en la mano Rafael carmona

-Sorprendió mucho en su día al introducir el color rosa en la Estrella, ¿cómo ha ido innovando con el tiempo?

-No se trata de innovar, es la personalidad. Tú, cuando hables de la Estrella, o cuando asocies el palio de la Estrella o unos cultos lo tienes que asociar con el color rosa. Ya sea de claveles, de orquídeas, de rosas, pero que siempre vaya de rosa. Los que fundamos la hermandad siempre hemos conocido a la Estrella de rosa. Es tener un sello la cofradía y el sello no se tiene solamente en los bordados, ni el guion, ni en la forma de andar: el sello hay que tenerlo en todo, y dentro de ese todo están las flores. Es como si se le quitara las esquinas a la Esperanza, ya perdería su sello. La Esperanza se caracteriza por eso, por sus esquinas grandes, por llevar mucha flor.

-En el caso de San Rafael, ¿qué potencia más?

-San Rafael es otro estilo, es más serio, lleva banda de palio, marchas más clásicas. Entonces, por el tipo de paso que tiene el Arcángel, es más sencillo y clásico: hay un friso de clavel, cuatro esquinitas y poco más, es una hermandad clásica.

-En su faceta como nazareno en el Prendimiento, ¿qué le aportan esas horas que está bajo el cubrerrostro?

-Es que como hermano creo que es casi obligación de todos los que pertenecemos a una hermandad. Para la gente es muy normal que cuando dejas de salir de costalero parece que desapareces de la hermandad. Lo tengo muy claro. Yo, en el momento que deje de salir en el Gran Poder de costalero, me pondré la túnica de nazareno, que fueron mis principios allí también. Son otros sentimientos bastante diferentes. También influye mucho el que sea una hermandad de bulla o una hermandad seria. La penitencia la llevas de otra manera, pero lo que se siente de nazareno es completamente diferente a lo que se siente de costalero. De hecho invito yo a que la gente salga de nazarena. Lo que pasa es que Córdoba no es nazarena; poco a poco lo está siendo. Mayormente en los cortejos casi todo son mujeres. Aquí parece como que el hombre es más costalero e inculca a sus hijos a que sean costaleros cuando debería ser todo lo contrario: una hermandad sin nazarenos no puede salir, pero sin costaleros sí puede salir porque se le ponen ruedas. Lo esencial y lo fundamental de una cofradía son los nazarenos, y lo importante; no los costaleros. Es lo contrario de Sevilla, allí ya se están pensando poner cupos porque allí la tradición es salir de nazarenos. El hijo el día de mañana lo que quiere es heredar la túnica del padre.

-Es costalero del Gran Poder de Sevilla ¿cómo se siente cuando está desde dentro del paso?

-Eso es otro mundo. Estamos hablando de la imagen que tiene más devoción de Sevilla, y dentro de Andalucía es de las devociones que más arraigadas están. Salir en el Gran Poder aparte de un privilegio los sentimientos son completamente diferentes. Porque ahí cuando arriamos el paso y te asomas por los respiraderos es que no ves nadie distraído: todo el mundo mirando para arriba, llorando, pegándole voces, pidiendo... Es que ahí son unos sentimientos muy fuertes, muy fuertes los que se viven debajo del Gran Poder.

-¿Cómo logran el paso racheado tan característico del Señor de Sevilla?

-Pues muy largo, muy largo. Como estás diciendo, muy racheado, que suene la alpargata, que suenen las zapatillas de esparto. Se vea venir desde lejos como que viene andando. Y sobre todo reposado y largo, reposado y largo, metiendo siempre el pie izquierdo, pero muy reposado y dejándose caer en el derecho. Y ése es el andar característico del Señor.

Impronta

«Córdoba no es nazarena, poco a poco lo está siendo, pero aquí parece que se inculca más el ser costalero, cuando sin nazarenos no puede salir una cofradía»

-¿Hasta cuándo será costalero del Señor?

-Como mínimo hasta llegar a 25 años. Ya llevo unos 23, 24, así que no creo que me quede mucho. Como mínimo voy a querer llegar a los 25, que ya está bien, es un privilegio bastante grande. Cuando a la gente joven le dices que sales en el Gran Poder, parece como que eres un ídolo. Porque son hermandades en las que es muy difícil de entrar. Empecé saliendo de nazareno, pero literalmente me dormía porque, claro, llevaba mucho arrastrado, llevaba muchos pasos. Antes cuando ponía más, los vía crucis de los jueves antes del Viernes de Dolores, luego el viernes, el sábado la Esperanza, el domingo la Estrella, el lunes ponía La Piedad, el martes salía de costalero. Vamos, me dormía literalmente. Estuve un par de años yendo y al segundo me cogieron. Tuve la suerte.

-Tras la Semana Santa, el Rocío. ¿Qué le supone y por qué es rociero?

-Lo decía el otro día en una presentación en el Rocío a la banda de la Esperanza, que qué suerte ser cofrade pero encima ser rociero. Que no entendía a aquellas personas que no son ni una ni otra, no saben lo que se pierden. Ahora terminamos Semana Santa y enseguida, a los preparativos del Rocío.

-¿Suele hacer el camino entero o solo algunos días?

-Siempre lo he hecho entero y cuando era hermano mayor tenía la obligación. Ahora lo hago partido. Hago la mitad del camino con Córdoba y la otra mitad con la hermandad del Rocío de la Macarena, que también estoy metido allí. Así que hago los primeros días, jueves, viernes, sábado, domingo, lunes y martes con Córdoba, y me voy para Sevilla y empiezo con Sevilla el miércoles, jueves y viernes porque allí son tres días nada más. Sobre todo, lo que te llevas siempre y lo que hay que buscar de las hermandades es la amistad, los buenos ratos y el sentirte de Iglesia, que es muy complicado y muy difícil hoy día. Sentirse Iglesia y sentirse dentro de ella, pertenecer porque al final es el fondo y lo que nos trae aquí a los creyentes, y eso últimamente se va perdiendo.

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