DISPUTA
Pozoblanco se vuelve a quedar sin saetas
La falta de acuerdo entre los cantaores y las cofradías frustra la recuperación que se había logrado el año pasado
J. J. MADUEÑO
El idilio no perduró en el tiempo y la vuelta de las saetas a las calles de Pozoblanco no se alargó más allá del año pasado. Este año no fue posible el acuerdo entre la Agrupación de Cofradías y la Peña Flamenca Agustín Fernández. Aunque ... los organizadores de la Semana Santa han invitado a las diferentes cofradías a que negocien con los saeteros directamente, la falta de una programación hace prever que este año volverá el silencio. El «quejío», que se mezcla con el sonido del esparto en las calles, no se escuchará este año en Pozoblanco. «Salvo que haya algún espontáneo o que alguna cofradía contrate de forma individual», explicó Isaías Plazuelo, presidente de la Agrupación de Cofradías de Pozoblanco .
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La Peña Flamenca organizará un certamen de saetas, pero alejado de las calles, donde el sentimiento se mezcla al pasar el titular ante los ojos del devoto. Y no es la primera vez. Las saetas ya desaparecieron de la Semana Santa de Pozoblanco durante una década por culpa de una disputa, que parecía haber llegado a su fin, y que ahora muchos creen revivida. Otra vez no se cantará al paso de Cristo y de la Virgen y los que quieran escuchar una saeta deberán asistir al certamen, en un lugar cerrado y determinado para la ocasión. Lejos del sentido de este canto para la Pasión, que es siempre en la calle y muchas veces de forma espontánea.
En un corsé
El año pasado la vuelta de las saetas a Pozoblanco ya se hizo dentro de un corsé que le restaba sentido y espontaneidad. Las exigencias de los flamencos para volver a los balcones parece que no se han podido sostener en el tiempo. Se cantaba en lugares fijos, con iluminación y siempre con el paso parado, para que la voz bañara la imagen. No a su paso, sino en su estancia en un determinado lugar. Encuentro que debía estar señalado, para que los amantes de este arte pudieran escucharlo. La espiritualidad del instante se producía dentro de un molde y no brotaba del momento.
Las saetas, lejos de la tradición, en Pozoblanco no eran anónimas, sino que debían tener una guía editada anunciando el saetero que brinda su voz y el lugar en el que iba a hacer su aparición. Una tradición que antaño llevó a una lucha de egos entre los costaleros y los saeteros. Ahora vuelve el silencio. Y se recuerdan aquellas quejas de los unos a los otros. Los saeteros decían que no se paraba el paso, y que si pasaba, lo hacía de espaldas. Los costaleros lamentaban que los flamencos no entendieran que, en ocasiones, era imposible parar el paso donde el saetero estaba. Ahora por aquel corsé que los contentó a todos tampoco hay acuerdo. Sólo queda el silencio.
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