Cultura
San Acisclo y Santa Victoria, los patronos de Córdoba en las tablas del teatro del Siglo de Oro
Literatura
La Fundación Santos Mártires encuentra una obra de 1650 sobre la vida y muerte de los patronos escrita por el bujalanceño Antonio de Castro
La huella de San Acisclo y Santa Victoria, patronos de Córdoba, vuelve a las calles
Primera página de 'Los Mártires de Córdoba', de Antonio de Castro
Lo dice un ángel en el escenario: «Padecieron su martirio / siendo pastor de la iglesia / el gran Osio, a diez y siete / de noviembre, y en la era / del Señor, que a buena luz, / y haciendo mejor la cuenta / es de trescientos y ... tres; / también dispone que sean / patrones desta ciudad, / porque juzgues, porque entiendas, / a lo que estás obligada, / Córdoba, ciudad excelsa, / la reverencia que debes / a las losas, a las piedras, / que cubrieron estos cuerpos / y que mancharon sus venas».
Los espectadores habían asistido a la historia de San Acisclo y Santa Victoria, que habían entregado la vida por ser seguidores de Jesús en una de las últimas persecuciones romanas, y la obra teatral terminaba con un canto al cristianismo de Córdoba.
La obra se titula 'Los mártires de Córdoba', la escribió hacia el año 1650 un autor que había nacido en Bujalance llamado Antonio de Castro y aunque historiadores y estudiosos se habían fijado ya en ella, dormía el letargo de las obras olvidadas en las bibliotecas históricas.
Ahora ha puesto los ojos en ella la Fundación Diocesana Santos Mártires con la idea de poder hacer en algún momento aquello para lo que nació: representarla sobre las tablas. El coordinador de Pastoral de la institución educativa, Ángel Roldán Madueño, explicó a ABC que dentro de la celebración de convivencias formativas, rutas o actividades, descubrieron la existencia de 'Los Mártires de Córdoba', de la que apenas tenían noticia.
Urna con las reliquias de los Santos Mártires en San Pedro
No era un tema desconocido ni para la Iglesia ni para la literatura. Como recuerda Ángel Roldán Madueño, a principios del siglo XX, cuando empezaron las nuevas persecuciones y se comenzó a canonizar a nuevos testigos de la fe, Córdoba era la ciudad española donde se veneraba a un mayor número de mártires: de época romana (como Acisclo y Victoria, pero también Zoilo, Januario y Marcial, entre otras) y de época mozárabe (como San Eulogio).
La referencia apareció en internet, pero solicitaron una copia al Archivo de la Biblioteca Nacional, que se la facilitó. No eran los primeros que se habían fijado en ella en época reciente, porque ya la había estudiado la profesora Juana Toledano Molina en un texto publicado por la Real Academia de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba.
La influencia de Lope
La obra es una comedia «de mediana factura, con fragmentos poéticos muy conseguidos junto a bajadas de tensión estilística» que no puede desligarse de su época, el Siglo de Oro español, y de la influencia del gran titán de la literatura dramática de la época: Lope de Vega. El Fénix de los Ingenios había muerto en 1635, unos quince años antes de la obra, y se percibe mucho su sombra en algunos versos de eco popular y en la figura del gracioso o donaire, que encarna Jergón en diálogo con la criada Esmerencia.
También hay elementos y personajes simbólicos, infrecuentes en Lope, Por es aparece Andalucía, «a caballo, bizarramente vestida» y dos ángeles, pero también un Cristo y un personaje que presenta la Noche. No está presente todavía la sofisticación del teatro de Calderón de la Barca.
Reliquias de San Acisclo y Santa Victoria
La obra se editó por primera vez en el año 1650 y Juana Toledano Molina cree que se tuvo que escribir o en ese momento o quizá muy poco antes. El libro que conserva la Biblioteca Nacional es tardío, del año 1704, y ahí 'Los mártires de Córdoba' figura con otras 21 comedias, algunas de ilustres como Calderón de la Barca y otras de autores menos conocidos.
Es la historia de cómo el gobernador romano Dion ordena la persecución y martirio de los hermanos Acisclos y Vitoria (nombrados así en la pieza teatral) y de cómo ellos perseveran en la fe cristiana que han recibido. Para Juana Toledano, su fuente de información directa sobre el suceso debió de ser una pieza casi contemporánea suya: la 'Historia de los Santos Mártires naturales de la ciudad de Córdoba', que el jesuita Martín de Roa había publicado en 1615. Allí se fija la tradición de que eran hermanos e hijos de San Marcelo y se cuentan muchos detalles que luego formarán parte de la comedia.
La pieza, según un estudio, es una obra de «mediana factura, con fragmentos poéticos muy conseguidos junto a bajadas de tensión estilística»
La obra se sitúa en el momento en que la tradición fija el martirio de Acisclo y Victoria: el año 303, en la persecución del emperador Diocleciano, y aparece como personaje Dion, gobernador de Andalucía al que se muestra como pretendiente de Victoria, que lo rechaza. Lo mismo le sucede a Urbano, que tampoco obtiene el amor de Victoria y ahí está la raíz del sufrimiento. Su hermano tampoco corresponde a los sentimientos que la joven Faustina tiene por él.
En la obra se cuentan los tormentos que sufrió Santa Victoria: «Apenas por tu mandado, / apenas por tu sentencia, / legó un ministro mayor / a que cortasen la lengua / a Vitoria, cuando al punto / con su dientes ella mesma / se la corta, y al ministro, / toda la boca sangrienta, / se la escupe, y en los ojos / le salpica de manera / que de repente perdió / la vista, y en mi presencia / prosiguió alabando a quien, / según ella dice, reina / sobre todos nuestros dioses / en el cielo y en la tierra». La pieza relata además el enterramiento junto a lo que ahora se llama Puerta del Colodro, donde está el convento de los Santos Mártires,
Lienzos de San Acisclo y Santa Victoria en el convento de los Santos Mártires del Colodro, edificado sobre el lugar en el que se les enterró, según la tradición
¿Cuándo se representó 'Los mártires de Córdoba'? Para Juana Toledano, es probable que se dirigiera a sus mismos habitantes y que se representase en la misma ciudad que la protagoniza. El parlamento final del ángel que se reproduce al principio continúa con una alabanza y una exhortación a Córdoba para perseverar en la fe. «Queda adiós, ciudad insigne, / queda adiós, en paz te queda, / que en refiriéndote aquesto / él me manda que me vuelva / a asistille como siempre en su celestial esfera».
El reto de la Fundación Santos Mártires, que tanto trabaja para perpetuar la memoria de los testigos de la fe perseguidos en todas las épocas, es ahora poder hacer que el texto de Antonio de Castro pase de las antiguas letras impresas a las voces actuales de una representación teatral en la misma Córdoba.
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