Historia

¿Por qué hay una réplica de la espada del Cid, La Tizona, en Cabra?

En 1079 Rodrigo Díaz de Vivar combatió y venció en la ciudad de la Subbética frente a las tropas de la taifa de Granada apoyadas por nobles castellanos

Las cabezas cortadas de los siete infantes de Lara: venganzas e intrigas familiares en la Córdoba del siglo X

Réplica de la Tizona en los jardines de la calle Mayor F. O.

Rafael Verdú

Córdoba

Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador (1048-1099), es uno de los personajes épicos mejor conocidos de la España medieval, gracias a la abundancia de datos -no todos fiables ni consistentes- y a la existencia de una biografía temprana, la 'Historia Roderici ... ', escrita a finales del siglo XII, menos de 100 años después de la muerte del caudillo castellano.

Son conocidas las participaciones del Cid en numerosas batallas, así como otros episodios de su vida (los destierros, el juramento de Santa Gadea, la conquista de Valencia...). En la historia que aquí nos ocupa, Rodrigo Díaz de Vivar tuvo que hacer de recaudador de impuestos.

A finales del siglo XI al-Ándalus hacía tiempo que había dejado de ser una unidad política para transformarse en una serie de mini-estados independientes (las taifas) que peleaban entre ellos en no menor medida en que lo hacían de forma cainita los cristianos del norte peninsular. Esos reinos musulmanes (Toledo, Sevilla, Granada...) estaban sometidos nominalmente al rey Alfonso VI de León y pagaban un tributo, llamado «paria». 

Las «parias» servían para garantizar que los reyes cristianos no atacaran a los débiles estados musulmanes, pero también implicaban el compromiso de defenderlos frente a los constinuos asaltos de otras taifas. En 1079, Alfonso VI envió al Cid a Sevilla para cobrar el tributo a al-Mutamid (el rey poeta); al mismo tiempo, el conde García Ordóñez encabezaba una embajada al rey moro de Granada, Abd Allah, con el mismo motivo.

Estando ambos emisarios en sus respectivas taifas, el rey de Granada decidió atacar al de Sevilla en una incursión que llegó hasta Cabra, entonces perteneciente a al-Mutamid. El Cid se vio obligado a prestar ayuda militar al protegido de Alfonso VI merced a los compromisos firmados con anterioridad, de modo que se dirigión con su hueste hasta la ciudad de la Subbética.

Entre las tropas granadinas se encontraba también García Ordóñez y su séquito, de modo que la batalla no sólo enfrentó a moros contra moros, sino también a cristianos contra cristianos. Un ejemplo de las complicadas relaciones políticas y sociales de la alta edad media, que no siempre pueden explicarse de forma simplista con una visión maniquea de la cuestión religiosa.

El enfrentamiento terminó con una aplastante derrota de las tropas granadinas y sus aliados castellanos. El conde García Ordóñez y los demás nobles que le acompañaban terminaron presos en Sevilla y al-Mutamid agradeció generosamente la ayuda prestada al Cid y a Alfonso VI.

En recuerdo de aquella importante batalla existe en Cabra una copia de la Tizona, una de las dos espadas del Cid. Se puede encontrar en un pequeño parque en los jardines de la calle Mayor, con un lema que reza así: «Por su gesta ante este castillo moros y cristianos llamaron Cid Campeador a Ruy Diaz de Vivar, esta tizona suya guarda su memoria». La original, o más bien una pequeña parte del filo sobre la que reconstruyó el arma mucho más tarde, se conserva en el Museo de Burgos.

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