Una de ellas es Julia Roldán, que ha querido prestar su testimonio como agradecimiento a la labor de la institución y como forma de dar ejemplo de superación.
Su caso es el de tantas personas que, pese a trabajar, no pueden sostener a su familia. Una madre soltera con cuatro hijos que tuvo que recurrir a Cáritas en 2008. Desde entonces ha recibido constantemente ayuda en diversos campos, puesto que literalmente, por un suceso familiar, se vio en la calle. De ella se ocupó el párroco y los voluntarios de la iglesia de San Andrés.
Al margen de su situación inicial, pasó por duros momentos que requirieron de ayuda psicológica, también aportada por Cáritas. «También me ayudaron cuando necesité medicinas o ropa para los niños, como los uniformes del colegio», recordó esta mujer. Hubo épocas buenas en que Julia pudo tirar hacia adelante, con trabajos a jornada completa, pero tuvo que enfrentarse también a un inesperado problema de salud: «Me salió un brote de artrosis en la mano que hasta me impedía guisar». Y Cáritas estuvo allí, como no podía ser de otra forma.
Actualmente cuenta con un trabajo a media jornada. Y todo este esfuerzo va teniendo sus frutos y aproximándose a un final más que feliz, puesto que actualmente es abuela de tres nietos. Ella misma admite que su vida ha podido dar un giro importante dejando atrás, como tantas historias que entran por la puerta de la entidad social, los momentos más oscuros.
«En Cáritas somos conscientes de que el bien y la solidaridad no es cosa de un día», señaló Salvador Ruiz, con respecto a que la labor de esta entidad no se centra en fechas como la del Corpus, cuando los voluntarios saldrán con huchas a la calle, sino en una labor sostenida en el tiempo que pueda conseguir, sin ir más lejos, la estabilidad de familias como la de Julia Roldán, cuya situación podría haberse convertido en una de exclusión social absoluta.
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