Los regantes de Córdoba temen por el futuro de sus explotaciones si no llueve pronto

Hay que recordar que la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), escudándose en el menguante estado de los pantanos, aprobó en abril del pasado año unas aportaciones de 700 metros cúbicos por cada 10.000 metros cuadrados para las alrededor de 125.000 hectáreas de riego que hay en Córdoba en los meses estivales y otoñales. La reducción de estas dotaciones, que se llevó a cabo a través del desembalse de 385 hectómetros cúbicos, fue la cuarta consecutiva que sufrían las comunidades de regantes.

En 2020 el organismo regulador dio su visto bueno a la concesión de 4.850 metros cúbicos por hectárea, lo que representaba una bajada interanual del 10 por ciento. Al año siguiente el descenso fue del 42 por ciento, mientras que en 2022 la caída fue superior al 37 por ciento y en 2023 del 30 por ciento. Esto quiere decir que en un cuatrienio la dotación de recursos hídricos al campo se ha quedado en una séptima parte. Todo hace indicar que este año será el quinto.

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La situación actual de los 15 embalses cordobeses es peor que la existente al comienzo de 2023. Los datos oficiales publicados por la CHG detallan que los pantanos de la provincia se encontraban el pasado viernes a un 15,33 por ciento de su capacidad total. Son tres puntos menos que en las mismas fechas del pasado año, lo que mantiene a Córdoba como la demarcación de la cuenca con peores cifras. Las presas en peor situación son las de Sierra Boyera, con un 3,3 por ciento, Vadomojón (8,2%) y Martín Gonzalo (9,3%).

A este escenario ha contribuido, sin duda, que las precipitaciones registraron una nueva bajada. Concretamente, en el primer trimestre de año hidrológico (entre 1 de octubre y 31 de diciembre) se han contabilizado en la provincia una media de 173 litros por metro cuadrado, 81 litros menos que en el mismo periodo del ejercicio anterior, es decir, un 32 por ciento menos, según las estadísticas del organismo regulador.

El secretario general de la Asociación de Regantes de Andalucía (Feragua), el cordobés Pedro Parias, fue claro al señalar a ABC que «el riego sufrirá, si no llueve de aquí a abril, fuertes restricciones en la próxima campaña, ya que la situación actual es muy grave, pero, si no se registran las precipitaciones suficientes, el escenario será crítico».

Valorando el estado actual de los embalses y la reunión de la Comisión de Desembalses que tuvo lugar en noviembre, sus estimaciones son que las dotaciones de agua para el campo podrían situarse este año entre los 100 y los 200 metros cúbicos por hectárea, «lo que supondría una reducción del 95 por ciento respecto a una campaña normal». A su juicio, «serían unas aportaciones para un riego de subsistencia para poder salvar la arboleda», (olivar principalmente) «y poco más».

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En este sentido, Parias apuntó que, «aún quedan meses para que esta situación pueda cambiar, pero, si no lo hace antes de abril, se puede producir una debacle económica y social por la importante generación de actividad y de empleo que impulsa nuestro sector». A su juicio, la industria agroalimentaria también se vería gravemente afectada, ya que, «al no contar con productos de aquí, como es el caso de la naranja, la almendra, el tomate o la patata, tendrán que recurrir a importaciones para responder a su demanda».

La Comunidad de Regantes del Genil-Cabra, una de las más importantes por extensión en Andalucía, está formada por unos 2.300 agricultores, que son propietarios de unas 24.000 hectáreas repartidas por los municipios cordobeses de Santaella, Montalbán, Montilla, La Rambla, Puente Genil y Aguilar de la Frontera y por las localidades sevillanas de Écija y Estepa. La situación es muy precaria, puesto que venimos de tres años de una sequía extrema», aseguró su presidente, Julio Valcuende, quien alertó de que, en el caso de que los embalses no mejoren su situación a corto plazo. «Muchos cultivos hortícolas, como es el caso del ajo, no se sembrarán este año, lo que supone un fuerte impacto en el empleo de esta zona porque son campañas que generan muchos puestos de trabajo».

Pese a ello, Valcuende prefiere ser optimista. «Esperamos que las lluvias que nos han anunciado para las próximas semanas puedan llegar y todo pueda cambiar», según afirmó el directivo. En esta línea, recordó que «en el campo estábamos acostumbrados a tener la espada de Damocles de la sequía sobre nuestras cabezas, como ocurrió en 1996 cuando, por la escasez de precipitaciones, no nos quedó más remedio que cerrar la comunidad y hacer un expediente de regulación de empleo (ERE)».