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Real Academia de Córdoba: sin sede
Se necesitan actos que lo avalen. Y el hecho que mejor lo mostraría sería que el regreso a su casa en la calle Ambrosio de Morales
Cosmopoética: ciudad poesía
Los dueños de las palabras
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Iniciar sesiónLas Reales Academias surgen en España en el siglo XVIII, impulsadas por los aires de la Ilustración, al amparo de la monarquía borbónica y a ejemplo de Francia. Las primeras en crearse fueron la Real Academia Española (1713), la de la Historia (1738), ... de Bellas Artes de San Fernando (1744), de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (1847) y la de Medicina en 1861.
Al mismo tiempo, fueron constituyéndose también Academias en el ámbito local. La Academia General de Ciencias, Bellas Letras y Nobles Artes de Córdoba, una de las más antiguas del país, fue fundada en 1810. El título de «Real» le fue concedido posteriormente por Alfonso XIII.
Las Reales Academias poseen un apreciado interés público. Todas ellas, en sus diferentes campos, nacen con la misma vocación de conservar, cultivar, producir y difundir el saber. Son sus depositarias, transmisoras y divulgadoras de conocimiento, impulsoras de la cultura, el arte, las letras y las ciencias.
La Real Academia de Córdoba, en los más de dos siglos de historia de esta noble y sobresaliente entidad nuestra, ha cumplido con su misión, indefectiblemente, año tras año, en las sesiones ordinarias y con la organización semanal de eventos académicos y culturales, en relación, siempre estrecha, con la sociedad.
La Academia posee un valor incalculable y es imprescindible que su extraordinaria y generosa labor, su legado y su patrimonio material, pero sobre todo humano, sean conocidos. Y más aún, reconocidos.
El reconocimiento no se hace sólo de palabras. Se necesitan actos que lo avalen. Y el hecho que mejor lo mostraría es, sin duda, que pudiese regresar, a su casa en la calle Ambrosio de Morales, de la que salió para su reforma.
La UCO le prestó, entre tanto, dependencias para las actividades y para alojar los fondos bibliográficos y el Archivo Municipal, un lugar para depositar documentos. Y es que, a pesar de su grandeza, la Real Academia no tiene sede. Una paradoja monumental. Es desolador ver el estado en que se encuentra el edificio que la albergó y que adquirió el Ayuntamiento con la obligación de habilitarlo para ella.
Muchas promesas y pocos hechos. Es una imagen desoladora la que se percibe al pasar por la calle Ambrosio de Morales y ver, a través de las ventanas, que se cae a pedazos y que la ruina amenaza. Una se pregunta cómo es posible tanta dejadez. La semana pasada la Academia celebró el acto de apertura de curso y, en él, su presidente lanzó «un llamamiento desesperado en pos de la rehabilitación total del edificio».
Responder a este llamamiento sí que sería un verdadero y justo reconocimiento a la Academia y a su deseo de convertirla, -en palabras del mismo-, en «un oasis intelectual sensible, culto y abierto, alejada del erial en el que la aculturación que vive Occidente está convirtiendo los otrora fértiles campos del saber y el pensamiento».
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