Religión

El obispo de Córdoba recuerda que la sexualidad no es para el placer, sino «para mostrar el amor verdadero»

Ante la fiesta de San Pelagio lo muestra como «un mensaje para los niños, jóvenes y adultos»

El obispo de Córdoba lanza el mensaje de que la diócesis necesita «más sacerdotes»

El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, durante la misa votiva ante San Rafael Álvaro Carmona

El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ha afirmado que «la sexualidad no es para el placer, sino para expresar el amor verdadero», ya que «la sexualidad es un don de Dios, pero desintegrada es una bomba que explota en manos del que ... abusa de ella», de tal forma que «por este camino de la sexualidad mal empleada vienen los abusos, las extorsiones, las explotaciones, y las adicciones más escondidas y más destructivas».

Así lo recogió en su carta de esta semana, publicada este jueves, y en la que aludió a que «en este final del curso académico y pastoral», llegan fiestas de «santos importantes en el calendario», como San Juan Bautista, San Pedro, San Pablo y San Pelagio».

A este santo cordobés recordó el prelado, que explicó cómo era «un niño venido de Galicia y martirizado en la corte del Califa en Córdoba» en el siglo X. «Es el mártir de la castidad, virtud que no ha estado nunca de moda, y menos en nuestros días», recordó al hablar de cómo encontró la muerte.

En cualquier caso, según señaló el obispo, «San Pelagio tiene un mensaje hoy para los niños, los jóvenes y los adultos», el ya mencionado de que «la sexualidad no es para el placer, sino para expresar el amor verdadero», y es «un don de Dios». «Por este camino de la sexualidad mal empleada vienen los abusos, las extorsiones, las explotaciones, las adicciones más escondidas y más destructivas. Cuánta violencia doméstica por este camino, cuántos matrimonios rotos», se lamentó el obispo de Córdoba.

En este sentido, Demetrio Fernández afirmó que «San Pelagio es una profecía para nuestro tiempo: la sexualidad es buena, la castidad la hace preciosa, vale la pena trabajar por el autodominio, por el respeto al otro, por eliminar tantas desigualdades que proceden de la prevalencia injusta en este campo».

Y esto resulta clave en «una época como la nuestra, que se precia de haber superado tabúes y represiones en el campo de la sexualidad», cuando, en realidad, «es una época en la que más que nunca se emplea la sexualidad, no para el amor, sino para la destrucción propia y ajena. Venga San Pelagio en nuestra ayuda, en ayuda de los niños y jóvenes, para que abran sus ojos a lo bello y hermoso del don de Dios, no manipulado, sino vivido según su ley».

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