HISTORIA
El nuevo hotel en la alcaicería de Córdoba integrará el mercado de la seda y el lujo que se cerraba como una fortaleza
Los restos recién encontrados en la calle Cardenal González muestran los muros del recinto cerrado construido en el siglo XII y una de sus calles
La manzana estuvo primero en el Alcázar y sobrevivió hasta el siglo XVII
SmartRental creará un hostal boutique en la antigua alcaicería de Córdoba a escasos metros de la Mezquita
El hotel en la antigua aduana real de Córdoba encara la recta final para comenzar las obras
Córdoba
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Iniciar sesiónHasta la palabra se cayó del callejero, y eso que por ser tan eufónica mereció permanecer. Alcaicería. La Real Academia la definió en 1726 como un «sitio y barrio separado que se cierra de noche, en el que hay diferentes tiendas en las cuales ... se vende la seda curada o en rama, aunque en lo antiguo se fabricaban y textían telas». No hace falta decir que la etimología es árabe.
Córdoba la tuvo, pero igual que han permanecido en los nombres de sus calles restos de oficios antiguos que quedan de testimonio, de la alcaicería, que fue importante y activa como en tantas ciudades españolas en la Baja Edad Media, no queda más que el recuerdo en las fuentes antiguas y una mención en el Plano de los Franceses, ya en el siglo XIX, cuando ya había desaparecido.
Las recientes obras en tres casas de la calle Cardenal González, del 56 al 60, para la construcción de un hotel, a cargo de la compañía SmartRental Group, han encontrado los restos de esta zona comercial. Ya se tenía constancia de que estuvo allí, como muestran los trabajos de investigación del profesor José Manuel Escobar Camacho, pero ahora han aparecido restos físicos, como explica la arqueóloga Carolina Martín Blanco, directora de la excavación realizada en la zona, que confirman lo que habían avanzado las fuentes escritas.
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En concreto, hay un muro de cerramiento ciego, en paralelo a Cardenal González, y una calle, también empedrada, que tuvo que pertenecer a la alcaicería y ser una de las vías por las que se adentrasen quienes buscaban en estas tiendas.
La primera alcaicería que tuvo Córdoba, cuenta, estuvo en una zona distinta. Alhakén II dispuso estas tiendas en al oeste del Alcázar de Córdoba, en la entrada de su zoco mayor. En la etapa califal, lo más importante de la ciudad estaba al oeste de la mezquita aljama, junto a lo que ahora es el Alcázar de los Reyes Cristianos. Allí estaba también el poder político de la ciudad, no muy lejos del religioso.
Era el año 971, pero no era su destino definitivo. Cuando llegó la 'fitna', la guerra civil que culminó con la destrucción de Medina Azahara y de Medina Alzahira (la ciudad, hoy perdida, que había construido Almanzor) esta zona se conviertió en cuartel y la alcaicería, como otros muchos lugares, quedó destruida.
El muro encontrado no tiene vanos, coherente en un recinto cerrado por las noches y que tenía vigilancia nocturna
La que ahora ha aflorado es de época almohade, es decir, del siglo XII, y responde, como afirma la arqueóloga, a una expansión hacia la zona contraria a la anterior: hacia el este de la mezquita aljama. Fue cuando empezaron a florecer la Medina y la Ajerquía, la primera al oeste del eje de las calles Alfaros y San Fernando, y la segunda, ya fuera de la ciudad romana, al este.
En esta época había tres tipos distintos de venta de productos. En primer lugar estaban los zocos o bazares, muy parecidos, dice Carolina Martín, a los mercadillos actuales: el comerciante ofrece y vende sus productos y recibe los beneficios. En la misma zona esta la alhóndiga, en que se vendían la carne y los productos básicos.
Además, precisa, se almacenaban y se ofrecía alojamiento a los porteadores. Todavía quedan bastantes restos en la toponimia de Córdoba: en la calle Alhóndiga o en Pescadería, que era donde se podían comprar estos productos, ya muy cerca de la Cruz del Rastro.
Productos
La alcaicería era distinta, porque ofrecía seda, y más tarde todo tipo de tejidos, especias, perfumas y productos de lujo, y conformaba un recinto estanco que se cerraba por las noches, para evitar el robo de las valiosas mercancías, y que además tenía vigilancia.
Era un espacio que pertenecía al califa y que además tenía una fiscalidad especial, con un impuesto que se llamaba almotaclacía, que se cobraba allí mismo y que iba directamente a las arcas del estado.
Era una amplia parcela que estaba entre las actuales calles Cardenal González, Alfayatas y Martínez Rücker, y así aparece en muchos documentos, primero de época islámica y también después de la Reconquista.
Tendría cuatro accesos, uno por cada punto cardinal: al norte por la calle de las Carnicerías, al este por la de los Alfayates (hoy Alfayatas), al sur por la calle de las Platerías (que hoy se llama Cardenal González) y al oeste por el hospital de San Sebastián, que allí estuvo el establecimiento antes de su traslado al actual emplazamiento en la calle Torrijos.
En su origen era el lugar para la venta de la seda para su manufactura o manufacturada. Al ser un producto que necesariamente tenía que llegar de Oriente era caro y valioso, y estaba sujeta a una normativa muy escrita, según asegura Carolina Martín.
Con el tiempo, y ya en otras épocas históricas, la alcaicería fue el lugar para la venta de productos de lujo, como especias raras, perfumes y orfebrería.
La primera alcaicería de Córdoba estuvo junto al Alcázar, y la que ahora ha aparecido es del siglo XII, de época almohade
No era nada extraño en las grandes ciudades: están documentadas en Valencia, Sevilla, Málaga y especialmente Granada. La alcaicería de la última gran urbe española que permaneció en manos de los musulmanes llegó a tener, como recuerda la arqueóloga en su informe, una extensión de 4.600 metros cuadrados, así que era muy superior a la de Córdoba.
Se aproximaba a la de Fez, en Marruecos, una de las más lujosas de la época, y su esplendor puede tener que ver con la importancia que tuvo Granada tras la conquista cristiana de 1492. Como apunta la arqueóloga, en el siglo XVI sólo se podía comprar la seda en madejas en las alcaicerías de Almería, Granada y Málaga, y en el año 1526 hay constancia de que tenía casi 200 tiendas.
Normativa
La alcaicería de Córdoba siguió abierta tras la llegada de los reyes cristianos, y con la misma forma de funcionamiento: era propiedad de los reyes y a ellos había que pagar el impuesto. Por ejemplo, en el año 1393 cedió a los hermanos Méndez de Sotomayor la posesión de todas las tiendas de la alcaicería, y hay constancia de varias operaciones de compra-venta.
La normativa era muy estricta y, como apunta Carolina Martín, los comerciantes estaban obligados a vender el producto indicado, es decir, la seda, y el arrendamiento era a título personal y sólo se podía transferir a los hijos.
A partir de ahí comenzó a abandonarse en favor de un nuevo eje comercial en torno a la misma calle Cardenal González, aunque en los documentos escritos se sigue hablando de la alcaicería hasta mediados del siglo XVII. Las tiendas ya tenían salidas a la calle, como puede suceder hoy, y la gama de productos que se ofrecían era más amplia.
No llegó viva al siglo XVIII, al menos no con el funcionamiento que había tenido antes. La elaboración del Catastro de Ensenada, el primero que se hizo en España, encuentra tiendas de sederos, pañeros y orfebres, pero en las llamadas respuestas generales no se menciona la alcaicería.
Era en el año 1752 y casi seis décadas más tarde, en 1811, se elaboró el primer mapa de la ciudad, el Plano de los Franceses, y sí que aparece delimitada la alcaicería, al menos por el nombre, aunque no hay constancia de que funcionase como tal desde mucho antes. El uso que quedó en esa zona fue el residencial y en las últimas décadas fueron casas de vecinos.
En los trabajos para la construcción del hotel ha aparecido el muro almohade del siglo XII, aunque con intervenciones posteriores muy visibles. Así, la parte original es de grandes bloques de piedra, pero también se notan reparaciones a base de pequeños ladrillos, tanto en las faltas que se dieron en el interior como sobre todo en la parte superior.
El nombre de alcaicería aparece en el mapa de los Franceses, pero para entonces lo que quedaba eran tiendas abiertas
Tuvieron que ser intervenciones ya de la época bajomedieval, «Era completamente ciego, no tiene ni un solo vano y eso es porque estaba concebido para ser como una fortaleza», cuenta Carolina Martín.
Es decir, era más parecido a una muralla que a la pared con que se construía una casa. También es visible una calle empedrada, que se abre frente a la puerta del número 56, y que formó parte de aquel mercado de la seda, tejidos y productos de lujo durante siglos. Es una de las principales pistas sobre su estructura.
La propuesta que se ha hecho a la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía y a la Gerencia Municipal de Urbanismo contempla conservar estos restos e incluso la fisonomía de la desaparecida alcaicería de Córdoba, según el proyecto de rehabilitación que dirige Alberto Serrano Matas en el estudio de arquitectura Urbaisa.
Nacerá en un barrio, en pleno corazón turístico e histórico de Córdoba, en que todavía quedaba la toponimia antigua de los comerciantes en las calles Alfayatas, Alhóndiga, Pescadería o Zapatería Vieja, pero donde, hasta ahora, no había permanecido la Alcaicería, que a partir de ahora renacerá en forma de hotel.
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