CÓRDOBA ENTRE LÍNEAS
Mercedes Guerrero, novelista: «Escribo como si el lector fuera ciego para guiarlo yo»
La autora acaba de entregar a su editorial (Grijalbo) su séptima novela, que como todas las suyas trata del siglo XX y ahora se centra en la Guerra Fría
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Córdoba
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Iniciar sesiónEmpezó a escribir a los cuarenta años y ahora, cuando está a punto de sacar al mercado su séptima novela, asegura que por fin puede empezar a vivir de la literatura. «Dentro de los escritores hay tres niveles, los que no ganan nada o muy ... poco, los que ganan para vivir sin lujos y entre los que me encuentro, y los autores de los 'best seller' que viven muy bien de ella», asegura Mercedes Guerrero, que reflexiona sobre su oficio con ABC a los pocos días de entegrar la editorial Grijalbo el manuscrito de 'La sinfonía de Julia', ambientada en la Guerra Fría, y que cuenta la historia de una mujer que en 1945 tiene 13 años.
-Nos hemos citado en la Biblioteca Central, y en una de las paredes hay pintada una frase de Francis Bacon que dice lo siguiente: 'La lectura hace al hombre completo, la conversación ágil y la escritura preciso'. ¿Está de acuerdo?
-Sí... Totalmente de acuerdo. La conversación te da agilidad mental. Y cuando escribes ya encuentras las palabras precisas, para describir de una manera lo más clara posible. No hay que irse por las ramas. A mí me gusta ir al grano, tanto en las descripciones como en los personajes como en la creación del contexto. Hay veces que escribo pensando que el lector es un ciego y que yo lo guío para que vea lo que yo escribo, lo que yo estoy viendo, y tengo que esforzarme en ello.
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-Cuando un escritor le da el punto y final a un libro ha de sentir una liberación. Usted acaba de ponérselo a su última novela, la que sale en septiembre.
-En estos momentos estoy dándole vueltas a la próxima novela. Estoy buscando temas. Y para buscarlos, o para encontrar acontecimientos históricos que me llamen la atención tengo que leer mucho, y en esto estoy, porque no sólo busco personajes, sino también historias, fechas, épocas. Y para eso necesito leer de todo, desde 'best seller' a novelas históricas del siglo X. Estoy ahora mismo en un periodo de tomar ideas.
-Vargas Llosa ha dicho alguna vez que no es el escritor el que elige un tema para una novela sino que es al revés, y que además las historias que cuenta siempre nacen de un detalle, de una casualidad.
-A mí se me ocurren historias que luego amplio con anécdotas. Me ha ocurrido en esta última novela: yo sabía que tenía que contar con un personaje especial y luego a partir de ahí creé el contexto, que es en el siglo XX, como son todas mis novelas, porque es un siglo que tiene muchas historias que contar. Pero yo no quería contar una historia de la guerra como tantas que hay, porque lo que procuro es hacerlo desde un punto de vista diferente. Como me paso en 'La mujer que llegó del mar', ambientada en la guerra de Hitler pero contada desde Alemania. En 'El baile de las marionetas' me centro en la misma época pero la voz la tienen niños españoles y que están en Rusia. Y en mi nueva novela cuenta qué pasa después de la segunda Guerra Mundial.
-Rosa Montero afirma en 'El peligro de estar cuerda' que un escritor suele tener un punto de locura, o al menos de insatisfacción con el mundo. Y añade que es un oficio un poco ridículo, porque se resume en encerrarse durante meses en una habitación para escribir mentiras, y que además no tiene sentido si luego no hay un encuentro con el lector.
-Lo que sucede es que el oficio de escritor es muy solitario.
-Eso también lo dice Rosa Montero.
-Cuando yo empiezo a escribir, es que ni música... Ni una mosca que pase... es que me distraigo.
-¿Usted escribe en su casa?
-Sí, sí. Soy una persona que madruga mucho, y estoy toda la mañana, hasta las dos o así, escribiendo. Por las tardes me dedico más a revisar, a corregir, a leer, a ver películas. Escribo de lunes a viernes, los fines de semana son para la familia. Mis novelas son muy dinámicas porque hay mucho diálogo: para mí, el diálogo es un arma muy potente para contar la historia sin cansar. Ahí es cuando disfrutas de verdad, porque estás viviendo la historia a través de ellos.
-No se puede quejar de encuentros con el lector: sus libros son material de apoyo para estudiantes de ESO y de Bachillerato.
-Esto para mí es lo más gratificante de todo: cuando me he reunido con alumnos me hacen unas preguntas sobre mis libros que a mí no se me hubieran ocurrido, sobre la resiliencia, sobre la amistad, sobre los personajes. Te dicen : «Oye, por qué murió este personaje, por qué lo mataste, que no se lo merecía», y se lo toman mal.
-Eso es lo que pasa en 'Misery', la novela de Stephen King, que la mujer que lo salva del accidente de tráfico no le perdona al escritor que acabe con la protagonista de la que ella es la «admiradora número uno».
-Sí, sí, sí. Es interesante ver cómo los estudiantes interioricen las novelas, y cómo los profesores me dicen que cuando daban episodios del siglo XX los estudiantes comentaban mis novelas, y que las clases dicen ellos, son más dinámicas. Los adolescentes empatizan mucho con mis novelas: para mí es un orgullo, y me da mucha satisfacción. La enseñanza no puede ser aburrida: es un mérito para los profesores que los estudiantes se interesen por su asignatura.
-En sus novelas está presente Córdoba, por ejemplo en la de los niños de la Unión Soviética.
-Sí, hasta hay una niña de la Campiña cordobesa.
-¿No será de Aguilar de la Frontera como usted?
-No puse el nombre de la localidad en la que vive porque me daba un poco de reparo. Pero hay otra novela, 'Las sombras de la memoria', que sí transcurre íntegramente en Córdoba, en la época actual aunque tiene tintes históricos: la protagonista es una chica que vive en la calle Lineros, sale el altar de San Rafael, e intento también describir la religiosidad popular. La protagonista va a la Mezquita, pasea por los jardines de la Merced, por la Sinagoga, por la calle Cruz Conde, por la calleja de las Flores. Los lectores agradecen pasear por Córdoba. Yo disfruto mucho paseando por mi ciudad y ese libro es un homenaje a ella: sale la Semana Santa, por ejemplo, de hecho la protagonista cuenta cómo se siente cuando huele el azahara mezclado con el incienso o los naranjos en flor. Ya no sólo es vista es olfato... He descrito Córdoba con todo mi cariño.
-Para un ciego.
-Eso, usted lo ha dicho.
-Sus novelas son históricas. Esa etiqueta es para algunos críticos un sinónimo de literatura de segunda, y señalan que obras maestras, como por ejemplo algunas entregas del Alatriste de Pérez Reverte, no necesitan esa denominación para ser excelentes.
-Yo no estoy de acuerdo. La novela histórica está en alza, y las que son buenas y que no son tan buenas. Jamás criticaré una novela, porque sé el trabajo que cuesta escribirla, la ilusión y las horas que hay detrás. Lo que pasa también es que se tiende a confundir la novela histórica con la ficción histórica: una novela histórica no puede ser un ensayo, dentro de ella tiene que haber movimiento, acción.
-Hace unas semanas murió Antonio Gala. En el periódico titulamos que se iba «el último clásico» de las letras cordobesas.
-La literatura cordobesa ha perdido a uno de los mejores creadores españoles y mundiales, porque Antonio Gala creó una escuela: ha sido el baluarte de la cultura cordobesa, su representante máximo. Yo he leído mucho a Antonio Gala y he aprendido mucho de él. En el oficio de la escritura siempre se está aprendiendo, y por eso yo leo mucho mientras estoy escribiendo. Con Gala me quedaba maravillada por su forma de escribir, por ese lenguaje tan preciso y tan elegante.
-Luis Landero, que como usted escribe en su casa, dice que cada mañana, antes de ponerse delante del papel en blanco, le dedica un rato a releer a los autores que más admira, como a Juan Carlos Onetti, para que le inspiren.
-A mí también me pasa. Tienes que buscar la forma de expresarte, de describir un personaje, cada uno tiene su propia voz. Aprendo de Antonio Gala, de Isabel Allende, de los 'Episodios nacionales' o de 'Marianela' de Galdós.
-¿Uno escribe como es?
-Vamos a ver. Algunos personajes tienen que ser malos y a otros les das tus valores o los que tú quisieras tener. A la protagonista de mi última novela la pongo valiente porque es como yo quiero ser y luego hay gente, conocidos, que te reconocen a ti en tus personajes. También se disfruta describiendo a un malvado, aunque no te identifiques con él.
-Fernando Aramburu, por ejemplo, insistía en que él no tenía apenas que ver con el protagonista de 'Los vencejos', que es un ser amargado y que planea su suicidio. Y sin embargo el personaje es totalmente creíble a lo largo de una novela de seiscientas páginas.
-Es que es muy interesante construir a un personaje cuya personalidad no es la tuya, meterse en la mente de él. Eso se llama crear.
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