Mirar y ver
Voluntad de paz
De la vecina Ucrania recibimos en Córdoba a numerosos desplazados. Pensamos que acabaría pronto y ahora parece inconcebible que no se detenga
Real Academia de Córdoba: sin sede (09/10/2025)
Córdoba
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Iniciar sesiónLa paz es un anhelo profundo del corazón humano. La vida necesita de ella para crecer, desde la paz estructural, externa, política, social, hasta la paz interior, íntima, silenciosa, de cada persona. La vida cesa en todos los sentidos y ámbitos, en un contexto de ... violencia. Las muertes son su peor consecuencia, pero también las heridas que no curan, el dolor que permanece, el miedo, la destrucción de ciudades, pueblos y hogares, y de los afanes, vínculos y afectos que en ellos se cultivan.
Hemos contemplado la euforia por la firma del tratado de paz entre Israel y Hamás en la ciudad egipcia -en el pasado ocupada- de Sharm el-Sheij, un símbolo en sí misma. Impulsado por Trump, apoyado por veinte países, es, sin duda, un hecho histórico y largamente deseado, que afecta no sólo a las partes en conflicto, sino también a todo Oriente Medio. La puesta en escena, a mi parecer de un triunfalismo desmedido, contrastaba con los rostros rotos de los gazatíes de regreso a su tierra devastada, con el dolor de más de dos años de las familias de los rehenes israelíes y con el desesperanzado sufrimiento de quienes aún esperan sus cuerpos. Era momento de satisfacción, sin duda, pero en dos escenarios y con realidades bien distintas, las de estas personas y las de los líderes mundiales, elegantes, protegidos, sin heridas ni pérdidas de ningún tipo, sonrientes, radiantes y poderosos.
Está claro que es sólo el principio. La paz no es el tiempo entre dos guerras, como el silencio no es únicamente el espacio callado entre palabras o su ausencia. La paz se puede acordar, incluso decretar, pero alianzas, firmas y aplausos no son suficientes. Se necesita trabajar para que las condiciones de paz se hagan realidad. Una paz verdadera requiere el alto el fuego, el desarme de Hamás y la normalización política, la renuncia de Israel a la ocupación permanente de Gaza, garantías de seguridad en todos los territorios, reconstrucción y reparación de daños, el reconocimiento mutuo del derecho a existir de ambos pueblos y un apoyo internacional continuado.
La paz en Gaza nos ha alegrado, tanta crueldad se hacía insostenible y anhelábamos el final. Pero que ésta sea una de las más de cincuenta guerras actuales, nos obliga a preguntarnos por qué hay países que no poseen la posibilidad de que el mundo los mire y se comprometa a salvarlos. En Sudán, en el Sahel, en la República Democrática del Congo, en Etiopía, la paz sigue siendo una promesa inalcanzada. De la vecina Ucrania recibimos, en Córdoba también, a numerosos desplazados. No es una guerra anónima, pusimos nombre e historia a los muchos que conocimos, pensamos que acabaría pronto y ahora parece inconcebible que no se detenga, porque en definitiva mantener la paz o lograrla no es un hecho fortuito, sino consecuencia de un acto de voluntad. Y la queremos.
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