mirar y ver
Crónica de una biblioteca anunciada
El edificio dedicado al Grupo Cántico se está haciendo esperar en exceso
Un investigador encuentra el ejemplar único de un incunable en la Biblioteca Diocesana
Juanma Moreno, con un ejemplar de 'Cántico'
Que veinte años no es nada, es cierto según y cómo. Incuestionable si son los que se tienen, no tanto si suman juventudes o si son las cifras de un cumplimiento que no llega. La biblioteca dedicada al Grupo Cántico se está haciendo esperar casi ... una veintena desde que se propuso su creación. Más días que los que llevó escribir muchas de las obras que albergará, quince años para que Tolkien terminara la redacción de 'El Señor de los anillos', doce para que Víctor Hugo concluyera 'Los miserables', siete años tardó Joyce en escribir 'Ulises' y ochenta días la vuelta al mundo de Julio Verne. Veremos cuándo finaliza la crónica de la biblioteca anunciada para febrero.
Está situada en un lugar privilegiado, porque una biblioteca es perfecta si está junto a un jardín y esta disfruta de los Jardines de la Agricultura. Cicerón escribe a Marco Terencio Varrón, a quien Julio César nombró responsable de las primeras bibliotecas públicas de Roma, que «si tienes un jardín en la biblioteca, no necesitarás nada». Confío en que crezca la rosaleda que identifica el entorno. Pero es también lugar privilegiado por ser cruce de caminos entre el centro de la ciudad y el paso de los que entran y salen de ella en tren o autobús.
Como los cruces de caminos, la biblioteca es un lugar mágico, donde, igual que en la vida, la elección se hace forzosa, decidir qué libro, qué autor, si abandonar la prisa por el tiempo lento de la lectura, el ruido por el silencio, lo acomodaticio por la curiosidad y el saber, la vulgaridad por la poesía y la belleza, la expresión cotidiana por la palabra experta, los lugares habituales por los innumerables mundos pasados o futuros, reales o ficticios, de las mejores narraciones.
Un volumen de la revista 'Cántico' y otro de los poemas 'Desde el sur te lo digo' de Gala son los dos primeros que han ocupado los anaqueles, desde donde contemplan cómo van llegando los doscientos cuarenta mil libros restantes que habitarán la biblioteca. Entonces, como en los versos del poeta, «se inaugura/-entre el fulgor y el júbilo-/el mundo nuevamente,/y pedir lo imposible/no es pedir demasiado», después de tanto tiempo.
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