Román lució de principio a fin en ante el primero de su lote, un gran novillo que revalidó la marca de la casa. El novillero entendió con la capa, sacando con temple desde el tercio y hasta los medios en el saludo de su sesión. Así, redundó en el quite antes de ejecutar una completa faena por ambos pitones. El del barrio de Santa Marina se mostró templado, cadente y con empaque, elevando con magia su estilo para que el público acabara pidiendo un indulto que fue concedido.
En el que cerró plaza, capoteó con respeto a la verónica, defendiendo su estilo y antes de manejar la tela con lucidez. De nuevo, anduvo a un gran nivel, toreando de manera laxa e íntima una faena en constante crecimiento bien construida que pinchó.
Del Rincón, muy voluntarioso, se mostró resuelto ante sus dos enemigos, adivinando un toreo hierático y con planta. Sereno ante el primero, al que pudo fijar en la muleta, le cortó una oreja tras una faena con impronta. En el cuarto, res de gran rango, anduvo algo por debajo de las exigencias pese a su entrega.
Jarocho, con tres orejas, desorejó al quinto, al que dejó una faena con algo de excedente temporal donde se mostró con mando y manejo. De nuevo capaz en banderillas, supo exprimir para sacar partido a otro buen novillo. En el segundo, al que templó con la capa, lució en banderillas, con un par al quiebro, antes de una faena donde erró con las distancias ante un buen oponente.
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