La Graílla
Recurso social, lujo gratuito
Tanto se cantó a los trasplantes y a los hospitales públicos que muchos no quieren ir a otro sitio aunque puedan
La libertad de negarse (25/11/2023)
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Iniciar sesiónDe la sanidad pública dirán algunos que es una conquista social, un derecho de justicia ganado en las calles y en las urnas que es necesario defender con un cuchillo simbólico en los dientes. Para otros no es más que el único recurso ... posible para que un médico vea dónde duele y otro pueda curar y operar, y para algunos, ya en el otro lado, un gasto de todos que es necesario afrontar entre los que contribuyen aunque nunca lo usen.
Todos tienen razón, pero la sanidad pública, que ahora en Córdoba anda buscando formas de tapar las fugas de agua de las listas de espera, es antes que nada, un compromiso. El llamado estado del bienestar asumió la necesidad de ofrecer atención sanitaria universal a la que pudieran llegar quienes no podían pagarse otra cosa y quienes sí, y desde ahí crecieron los grandes hospitales y los ambulatorios para que la gente que antes se endeudaba para pagar a un médico fuese todas las veces que hiciera falta sin tener que renunciar a nada más.
A medida que la población se multiplicaba, porque era una época en que tener hijos no estaba mal visto, los quirófanos se llenaban. También crecía la prosperidad y eran muchos más, no siempre ricos, quienes pagaban de su bolsillo un seguro médico que les acortase las esperas y de paso, y eso no está mal nunca, el sistema público estuviese un poco más descongestionado.
Quién sabe si en algún momento hubiera estado bien un pequeño paso atrás, pero los hospitales públicos crecieron y quisieron ser excelentes. Cantaron las gestas de sus trasplantes, compraron los mejores equipos y se hicieron con los robots quirúrgicos que, guiados por la sabiduría del cirujano, llegan con más precisión que la mano humana.
De recurso social pasaron a lujo gratuito y muchos pensaron que no podrían ir a un sitio mejor. La izquierda los usó como estandartes: con el dinero de todo el mundo se pueden hacer cosas tan buenas como el Reina Sofía y en el confinamiento consiguieron orillar el trabajo callado de clínicas privadas que también pelearon contra un microbio al que conocían poco.
Ahora que en Córdoba vuelve a hablarse de listas de espera y hay médicos que, por órdenes de arriba, miran y remiran antes de autorizar una operación si pueden evitarla, alguno piensa en la herejía de tocar algo. Se preguntan si de verdad la Administración puede contratar a todos los médicos que faltan en todas partes para conseguir que la gente no tenga que esperar demasiado ni para operarse ni para que le miren un orzuelo.
Se puede admitir que llegará un día en que el sistema no se sostenga, porque quién sabe si colará la historia de que los impuestos van para sanidad y educación y no para asociaciones, rentas de inserción y sindicatos, o se pueden deducir impuestos o buscar formas para que haya gente que se vaya a la privada y deje sitio. Al menos el 99 por ciento de la población que no necesita trasplantes.
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