La Graílla

Parlamento monocromático

La Universidad de Córdoba se ha marchado de Twitter, un sitio donde podía expresarse con libertad, por permitir que otros también lo hagan

Selfies culturales, estrellas fugaces

La primera piedra

Para demostrar que es partidaria de la diversidad de pensamiento, la Universidad de Córdoba ha decidido dejar Twitter, la dinámica red social que ahora se llama X, porque piensa que así defiende sus valores democráticos. No es un gesto pionero ni una iniciativa ... demasiado valiente, porque lo hace en una desbandada de instituciones y políticos de izquierdas que han decidido marcharse de un espacio en el que se les permitía expresarse con absoluta libertad, pero en el que parecen contrarios a que los demás tengan el mismo derecho.

Cuando se defiende una cierta visión del mundo siempre está la tentación de soñarse rebelde y perseguido. Parece que los principios son más serios y decentes si se perfuman con el aroma exquisito de lo que el poder persigue.

Las ideas son mejores si quien las pronuncia dice que son incómodas con el capital o con el poder de verdad, si molestan a quien maneja los hilos, si irritan a quien hasta ahora se pensaba intocable. Antes de que llegara Elon Musk, con su desdichada idea de llamar X a un lugar que incluso había creado el verbo tuitear, quien la frecuentaba no había notado censura de ninguna clase.

Las redes sociales funcionan como un menú que el usuario configura en parte de forma consciente y sobre todo sin darse cuenta: el partidario de la economía de mercado encuentra mensajes que hablan de desmantelar el Estado; el conservador tradicional se desayuna con saludos a la bandera y el izquierdista irredento comparte frases concienzudas contra los empresarios de chistera y los dueños de pisos.

Cada uno soltaba lo suyo para su parroquia y demasiadas veces alguien pensaba que contraargumentar consistía en insultar y azuzar a los perros. Había franquistas, pero también un perfil con la cara de Honecker defiendo la utopía socialista de la RDA. Ante el dato falso o la interpretación sesgada, estaba quien aclaraba el error aunque fuese a costa de ponerlo en ridículo, y nadie mejor que la Universidad para poner luz con la precisión de la ciencia, la autoridad incontestable de lo empírico y la elegancia de quien no necesita faltar al respeto.

Esto es algo importante en lo poco importante, como dicen que dijo del fútbol Arrigo Sacchi, pero sí deja ver que si la Universidad de Córdoba fuese un contertulio sólo aceptaría estar con quienes piensan casi como él y se marcharía si alguien dijese lo contrario, aunque le diesen todo el tiempo del mundo para poner argumentos, y si fuese un político querría un parlamento monocromático.

Decepciona, pero ya ha pasado en otras partes: antes de Musk, José Errasti ya cuestionaba en Twitter la mitología 'woke', y sin embargo los claustros callaban si boicoteaban la presentación en su sede de un libro de título y contenido intolerable: 'Nadie nace en un cuerpo equivocado'.

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