La Graílla
La libertad de negarse
Si la mejor forma de evitar la tentación es caer en ella, mucho más placentero es ni siquiera sentirse tentado
Clemencia y cicuta
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónLos que piden prohibir salones de juego, anuncios y hamburguesas con demasiada grasa no saben lo que se pierden. No porque se deba entrar en sitios donde dejarse el dinero en pos de una quimera, porque haya que picar en comprar lo que ... no se necesita o porque esté bien alicatarse las arterias con quincalla gastronómica, sino porque se dejan atrar la posibilidad de elegir el bien y negarse.
Hubo un momento en que la izquierda asumió el papel censor de un padre providente que protege a sus niños menores de edad de los peligros del mundo y se lanzó a la aventura de impedir elegir bien. Lo que antes era virtud ahora es obligación castradora.
En este tiempo que va desde que se encuentra la sonrisa de la Virgen del Amparo hasta que los zapatos se pegan en el suelo de los caramelos de las cabalgatas el que rechace los ritos del consumo tendrá el placer de evitarlos y negarse. No de pedir que desaparezcan, sino de entregarse al placer de ni siquiera hacer caso. Quizá la mejor forma de evitar una tentación sea caer en ella, como quién sabe si dijo Oscar Wilde, pero mucho más placentero es ni siquiera sentirse sentado.
Lo sabe el que estos días camina por las calles de Córdoba entre carteles de descuentos y como mucho aprovechará para hacerse con ropa y estaba esperando precisamente a que bajasen los precios, y lo sabe también el que pasado mañana, que por lo visto se nombra con otro anglicismo para invitar a comprar cacharritos, no se gaste el dinero en nada. Lo hará quien piense que la violencia doméstica se combate con jueces y policías y no con pancartas moradas, públicas y de calidad, por supuesto.
Será entonces un no parar de elegir negarse a dejarse bastantes euros pensando en que el número de la Lotería de Navidad que salga de entre los 100.000 que hay será precisamente el que uno lleva en el bolsillo y de evitar cenas de Navidad con quienes no creen en absoluto en lo que se celebra en la noche del 24 de diciembre. Pasarán las fiestas y habrá que recurrir a la libertad de no poner la televisión aunque sea para quejarse de lo mala que es, de no ver programas de cocina aunque salga la ciudad de uno -o quizá por eso- y de no sentarse delante de documentales de Beckham y series de los Javis en plataformas, aunque toda la opinión publicada diga que son imprescindibles.
El cristianismo va de la libertad de escoger el bien, y por eso en estos días, cuando haya que pisar los supermercados de Córdoba, quedará la oportunidad de hacer alguna donación en efectivo o en especie al Banco de Alimentos Medina Azahara, que vive el momento de su Gran Recogida. Sin atosigar ni dejar mala conciencia como los solidarios a comision de las oenegés en la calle Cruz Conde, sus voluntarios pedirán ayudar en lo que se pueda, y nunca será una mala elección quitarse gastos superficiales de aparatos y plataformas para que haya gente que pueda por lo menos comer todos los días y salir adelante. Y que cada uno use su libertad y sus tentaciones como quiera.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete