La Graílla
Consumación
El que ahora se sienta nostálgico quizá no haya comprendido que si ama la Semana Santa es porque empieza y termina bien
Luis Miranda: Abolir el tiempo
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónNo tiene días azules ni versos la mañana grande que amanecerá en realidad esta noche, con las candelas de la Vigilia Pascual y el recuerdo del canto de los pregones que parecen hacer rodar por la emoción de su poesía la losa que ... tapa el sepulcro. No hay memoria machadiana, romance de Antonio Burgos ni artículo hilvanado en la cabeza y los dedos durante toda una Cuaresma que canten a la mañana del Domingo de Resurrección.
Todo lo más, algún lugar común de que lo que está a punto de recordarse lo completa todo, quizá la cita de San Pablo de que vana es la fe si Cristo no ha resucitado y desde luego muchas fotos de redes sociales y menos gente que por la calle se felicite las Pascuas, como antiguamente.
Parece en este tiempo que no se puede ser cofrade y sentir que el Domingo de Resurrección sea un día de gozo, como si el que se bebe estos días hasta los posos de la emoción y de la amargura no pudiera vivir más que entre acólitos, golpes de martillo y músicas. Quizá el que ahora se sienta nostálgico no haya comprendido que si ama la Semana Santa es porque empieza y termina y sobre todo por su consumación.
Acaba bien cuando Quien ha sufrido muerte de cruz sale del sepulcro y muestra las llagas abiertas y ahora sanas en su cuerpo de hombre, cuando los apóstoles que huyeron y las mujeres que aguantaron como rocas cuentan al mundo la verdad de que el hueco está vacío y ha resucitado. Así hay constancia de que no se ha celebrado un deicidio ni un fracaso, pero también es signo de que la Semana Santa ha sido para bien.
Con lluvia o con un sol que empieza a inquietar, como ahora, la fiesta deja recuerdos y rezos, quizá alguna frustración pequeña, pero también casi siempre la felicidad de haberse vivido en cada minuto. En la tarde radiante del Domingo de Ramos y en las recogidas que a fuerza de hermosas eran capaces de ocultar que las hermandades se iban marchando y habría que esperar otro año.
Ahora siguen la vida y el recuerdo. Durante varios días en las casas quedarán prendas que huelan a incienso, el programa de las cofradías arrugado de tanto entrar y salir del pantalón, se buscará alguna marcha que gustó especialmente este año y las túnicas volverán a las casas de hermandad y a veces incluso a los armarios de los cofrades.
Los más cansinos descontarán semanas según el día en que salgan las hermandades y el corazón, que siempre es sabio, terminará por dejar este tiempo no en el olvido, sino en el rincón cariñoso de las cosas que tienen que esperar. Amanecerá el Domingo de Gloria y habrá que abrirse a un tiempo nuevo en que aparecerán la familia con la que disfrutar, el libro que se podrá leer con calma, alguna tarde primaveral que se disfrute en la calle y una cuenta atrás no obsesiva ni angustiosa, sino casi siempre silenciosa hasta que aquello que ahora termina vuelva a aparecer para tener que marcharse y dejar memoria nueva.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete