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Semana Santa a la vista

El aroma de azahar llena estos días nuestras calles y pronto se unirá con el del incienso. Recuerdos de olores que nos acompañan desde niños

La iglesia fernandina perdida

Cuando en los ambientes laicistas se insta a suprimir el concepto cronológico de «antes de Cristo» o «después de Cristo» y cambiarlo por un aséptico «antes de la era común» o «de la era común», la realidad, religiosa y popular, de la esencia de la ... Navidad o la Semana Santa estallan en la cara del intento de la «nueva religión woke» de poner el mundo al revés. Pese a quien le pese, Cristo sigue presente en el curso de la Historia y corresponde a los cristianos darle visibilidad con nuestra acciones y palabras. Tres claves quiero destacar en esta semana previa a la Semana Santa.

Primera, el sentido religioso. De aquí a seis días deshojando el calendario, el Domingo de Ramos, en la parroquia de San Lorenzo y frente a la Hermandad de la Entrada Triunfal, estrenaremos el hermoso vestido de una certeza que se proclama como argumento central de nuestra Semana Santa: «La Cruz nos ha salvado». Esa Cruz que revela, al mismo tiempo, el amor infinito de Dios y la insondable miseria del hombre. Como escribió el sacerdote y periodista Antonio Gil: «Ojalá esta Semana Santa sea el pórtico de una nueva sociedad que engrandezca al hombre y lo rescate de tantas cadenas como lo esclavizan, mientras convertimos nuestro silencio, en oración, y nuestra reflexión, en vida nueva«.

Segunda, el sentido estético. El aroma de azahar llena estos días nuestras calles y pronto se unirá con el del incienso. Recuerdos de olores que nos acompañan desde niños y que se unen al de la música de las bandas y el rachear de los costaleros, el miserere del Remedio de Ánimas y la saeta ante Jesús de la Pasión, los tambores legionarios acompañando a la Caridad y la música de capilla del Santo Entierro, las montañas de claveles, siluetas de nazarenos por las calles del casco, y las imágenes barrocas de Cristos y Vírgenes, culminadas en las Angustias, obra póstuma de Juan de Mesa. El pueblo quiere para sus devociones lo mejor y vuelca en ellas sus plegarias ardientes.

Tercera, el sentido popular. Escribió Chaves Nogales sobre la Semana Santa sevillana, aplicable a la cordobesa: «No es obra ni de los curas ni de los gobernantes, sino de los cofrades, de una organización netamente popular y de origen gremial que ha estado siempre en pugna con los poderes constituidos.

Los dos enemigos natos de la Semana Santa son el cardenal y el gobernador, el representante de la Iglesia y el del Estado. El buen capillita se pasa la vida hablando mal de ellos y protestando contra sus decisiones. Claro está que, como el cofrade es por principio hombre religioso y ciudadano pacífico, no se pone abiertamente en lucha con los representantes de la Iglesia y el Estado, pero en realidad, su obra, las cofradías, se ha ido haciendo a espaldas de ambos, y muchas veces a su pesar».

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