Libre Directo
Pórtico de Cuaresma
El fervor popular andaluz ha bebido de Escalaceli, donde se sembró una obra que permanece y sigue dando frutos buenos
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Iniciar sesiónSe cumplen 600 años del primer Vía Crucis de Occidente, con la bella sierra de Córdoba como escenario y a san Álvaro como creador. Álvaro de Córdoba fue maestro y peón de la reforma de los dominicos en España, fundando el primer convento en ... Santo Domingo de Escalaceli, lugar que verá nacer una nueva dimensión de piedad popular. Su vocación de hombre de acción la puso al servicio de los demás y así nace la historia del mendigo que recoge y se transforma en el Santísimo Cristo de San Álvaro.
Conocía Álvaro Jerusalén y en el paraje de Escalaceli, en 1425, recreó la geografía hierosolimitana con ocho cruces, rematadas en un calvario y trayendo a Occidente la Vía Dolorosa. El fervor popular andaluz ha bebido de Escalaceli, donde se sembró una obra que permanece y sigue dando frutos buenos.
Por esta efeméride, el Cristo de San Álvaro presidió el Vía Crucis de las Cofradías en la Catedral de Córdoba el pasado sábado y a ella se refirió el sacerdote y periodista, Antonio Gil, en el Pórtico de Cuaresma que pronunció el pasado día 7, primer viernes de Cuaresma, en el Real Círculo de la Amistad.
El Circulo ha diseñado por primera vez este año un programa específico de actividades para el tiempo cuaresmal: concurso de saetas, declamación de poemas, películas de carácter religioso, gastronomía especial, etc. Y lo inauguró con ese Pórtico de Cuaresma que tuvo el aroma de un acto literario y el perfume sagrado de una trascendencia lírica, expresada en palabras, en imágenes, en notas musicales, en mensajes luminosos.
Antonio, con su don de la comunicación, desgranó los tres destellos de la Cuaresma. Primero, el de la imposición de la ceniza que brilla en nuestras frentes desde el pasado miércoles. Segundo, el «viaje hacia lo esencial», como llama el papa Francisco a la Cuaresma, que hemos de recorrer sin hipocresía y sin engaños.
Tercero, la contemplación de Córdoba, como ciudad que tiene un lugar en la pasión de Cristo: «Un lugar en la pasión en el entramado de las calles estrechas de Jerusalén, donde parecía encontrarse ya calcado nuestro barrio de la Judería… en el silencio del Huerto de los Olivos, comparable al silencio de nuestras Ermitas… en el ángel que conforta a Cristo en su agonía, comparable a nuestro Arcángel san Rafael que custodia nuestros muros y anima nuestros pasos… en las lágrimas y en el martirio del propio Jesús, que se reproducirá a lo largo de la historia en la estela de nuestros mártires… mostrando junto a la imagen del Resucitado, que reluce en el pórtico de Santa Marina, tantas resurrecciones como ha vivido Córdoba a lo largo de su historia… y en Santo Domingo de Escalaceli, donde hace seis siglos Álvaro de Córdoba recreó la Vía Dolorosa para hacer el primer Vía Crucis de Occidente».
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