Historia en dos ciudades

Y es que Hernán Ruiz, 'el Joven' (Córdoba, 1513-Sevilla, 1569), es venerado en Sevilla, donde fue maestro de obras de su Catedral, su Arzobispado y su Ayuntamiento y dejó construcciones de la magnitud del cuerpo renacentista de la Giralda (Giraldilo incluido), la citada iglesia de la Anunciación o el hospital de las Cinco Llagas, actual Parlamento de Andalucía. En Córdoba fue también maestro de obras de la Catedral y el Obispado y, por citar solo los de la capital, realizó inmuebles tan emblemáticos como la portada de la casa de los Páez de Castillejo, hoy Museo Arqueológico, la portada de San Pedro, la puerta de Santa Catalina en la Catedral, el campanario de San Lorenzo o la iglesia de la Compañía. Tengo la sensación de que no es tan conocido y valorado en Córdoba como en Sevilla, donde se le considera uno de los arquitectos de mayor relevancia, trascendencia y proyección del todo el Renacimiento hispano.

Otro cordobés «triunfador» en Sevilla, y a nivel más popular también, es el imaginero Juan de Mesa (Córdoba, 1583-Sevilla, 1627), autor allí de imágenes de la magnitud artística y devocional de Jesús del Gran Poder, el Cristo del Amor o el Cristo de la Buena Muerte. Sin embargo, los cordobeses, a menudo, olvidamos que aquí hizo el Nazareno de La Rambla y su obra póstuma, la Virgen de las Angustias, de la iglesia de San Agustín. En esta lista debemos añadir a José Cruz Conde (Córdoba, 1878-Madrid, 1939) quien tras una brillante gestión como alcalde en nuestra ciudad pasó a gobernador civil en Sevilla y comisario regio de la Exposición de 1929 y al que los sevillanos tienen por gran artífice de este decisivo evento. En Córdoba le quitamos hace unos años su calle. Y podríamos incluir a San Fernando que reconquistó Córdoba en 1236, doce años antes que Sevilla, y cuyo recuerdo entre nosotros apenas es la cuarta parte que le tiene la ciudad vecina.

Aunque estas historias seguro que son conocidas por muchos de ustedes, no está de más recordarlas, de vez en cuando, para que no se pierda su memoria. Y sintamos orgullo por aquellos buenos cordobeses que triunfaron dentro y fuera de nuestra tierra. Para ello, el carácter sevillano nos puede dar algunas buenas lecciones.