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Aquel Gran Hotel Santa Elisa
En Espiel y cerca de Villaharta, por allí pasaron la alta burguesía y la nobleza que se adaptó al régimen liberal
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Iniciar sesiónLas vacaciones, que algunos de ustedes, queridos lectores, estarán disfrutando, también generan historia, como el caso de los lugares que albergan los momentos de ocio de la sociedad. Traigo hoy a esta columna el recuerdo del Gran Hotel Santa Elisa o Balneario Peñas Blancas, ... ubicado en el paraje Peñas Blancas, término de Espiel pero muy cerca de Villaharta, de cuyas fuentes de aguas medicinales se benefició.
Solo quedan ruinas del gran edificio que fue, pero son de fácil acceso desviándose brevemente de la Nacional 432. Precisamente la hermosura del paraje y la monumentalidad de las ruinas acrecientan su belleza, nostálgica y romántica, pero belleza al fin y al cabo.
Nació mediado el siglo XIX y su despegue comenzó a finales de esa centuria, alcanzando el cénit en el primer tercio del XX. Era otra época y otras modas de vacaciones. Las playas no atraían aún y sí las estancias en balnearios, las meriendas, los salones de bailes y hasta las pequeñas capeas.
Por allí pasó la alta burguesía española y una nobleza que se había adaptado al régimen liberal y, en consonancia con otras cortes europeas, vivía días de vino y de rosas en el reinado de Alfonso XIII, ignorantes del cambio de tiempo que se avecinaba. Allí se alojaron la duquesa de Tetuán, el marqués de Bérriz, los condes de Esteban Collantes, el general Martínez Campos, la condesa de Romanones, los marqueses de Villamediana, la marquesa de Monteagudo, los marqueses de Torrelaguna o el obispo de Salamanca, monseñor Cámara, que falleció en el hotel en 1904.
El rival del Gran Hotel Santa Elisa fue el vecino Balneario de Fuente Agria, en Villaharta, con desencuentros públicos y pleitos entre los propietarios de sendos sobresalientes establecimientos, Elisa Velarde y Elías Cervelló, respectivamente, empresario y funcionario de carrera el segundo, con una visión más amplia y menos aristocrática. Como la competencia siempre es sana, esta llevó a mejorar cada uno su negocio.
Y tan importante fue la zona de Peñas Blancas que en el cercano Cerro Miguelito, a 553 metros de altura, se colocó un monumento al Corazón de Jesús. El 23 de octubre de 1923 lo bendijo el obispo de Córdoba, Adolfo Pérez Muñoz, seis años antes de que se erigiera el de las Ermitas de Córdoba. Y allí sigue, surgiendo entre el monte bajo y los árboles, deteriorado pero no perdido.
La República y la Guerra Civil terminaron con el Gran Hotel Santa Elisa. Con el inmueble porque le pilló en primera línea de frente y se convirtió en hospital de campaña del bando nacional. Y con la sociedad que llenaba sus baños y sus salones de baile: la nobleza seguiría existiendo pero con otro sentido del glamur y menos poder y la nueva sociedad se orientó a otros tipos de vacaciones.
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