Agricultura
Juan Fernández: «La superficie de girasol en Córdoba se reducirá este año un 18%»
El presidente de la asociación nacional de este cultivo alerta sobre los efectos de la falta de lluvias
La superficie de girasol sube un 34 por ciento en Córdoba por la guerra de Ucrania
Comienza la recolección del girasol en Córdoba, donde se prevé una bajada de la producción del 48%
Pablo Cruz
Córdoba
Juan Fernández es presidente de la Asociación Española del Girasol y habla en esta entrevista de los retos para un sector marcado por la subida de precios, la sequía y los efectos de la guerra de Ucrania.
-Ya ha comenzado la siembra de ... girasol. ¿Qué previsiones manejan?
-La campaña del girasol en 2023 empieza con una moderación en los precios. Este es un factor muy importante para el agricultor a la hora de planificar la siembra. La cotización por tonelada del aceite de girasol en el último año ha caído en torno a 100 euros, de forma que se sitúa en 550 euros la variedad convencional y en algo más de 600 euros el alto oleico. Por este motivo, se espera que en España la superficie alcanzará las 800.000 hectáreas este año, un descenso de alrededor de un 9 por ciento respecto a 2022, aunque la cifra prevista es superior a la de 2021 en un 25 por ciento. En el caso de Andalucía la estimación es que se sembrarán entre 200.000 y 210.000 hectáreas, un 15 por ciento menos que el año pasado. Córdoba, junto a Sevilla, será la provincia que más verá reducida su superficie unas 27.000 hectáreas, unas 6.000 menos que en 2022, lo que representa una bajada del 18 por ciento. No obstante, hay mucha incertidumbre porque todo puede cambiar en función de las lluvias que puedan caer en primavera.
-Junto al precio, ¿cuáles son las otras causas que explican esta menor superficie?
-Hay varios factores. Una de ellas es la reducción de barbecho autorizado para la siembra de girasol este año, salvo en las tierras de escasa fertilidad donde no se cubran los costes. Otro motivo hay que buscarlo en el incremento de la superficie de las leguminosas, lo que influye negativamente en la siembra de girasol. Asimismo, la escasez de lluvias en enero y en febrero también es un aspecto que desanima al agricultor. Sin embargo, es verdad que el girasol es un cultivo con pocas necesidades de agua, lo que podría beneficiarle en las explotaciones de riego ante la previsión de menores dotaciones de agua para este verano.
-En el caso de Córdoba la superficie de girasol en 2022 se incrementó, tras haber perdido unas 40.000 hectáreas en la década anterior. ¿Cómo cree que puede ser la evolución en los próximos años?
-Es cierto que ha habido un incremento de la siembra de olivar, almendro y pistacho en los últimos años en el Sur de España, así como la utilización de estas tierras para la instalación de paneles solares. Todos estos cultivos son arbóreos y vienen para quedarse, por lo que es previsible que la superficie de girasol no crezca en Córdoba a corto plazo. Se habla mucho de la rentabilidad del girasol, pero, en mi opinión, es el producto con menores costes fijos por hectárea. Hay que recordar que hace tres años el precio de la tonelada se colocaba en los 320 euros y ahora mismo es prácticamente el doble.
-¿Cómo está afectando la sequía al cultivo?
-La falta de lluvia está influyendo de una manera muy negativa. El agua es un factor limitante de la producción de girasol. Si este cultivo en secano puede dar un rendimiento de unos 1.200 kilos por hectárea, mientras que cuando hay una situación de sequía como la actual esta cifra se ha reducido entre un 25 y un 35 por ciento. Sin embargo, con el precio que hay hoy en día no hay motivos para alarmarse.
«Los precios actuales creo que son positivos, siempre que consigamos unos niveles normales de producción»
-¿Cuáles son los incrementos de los costes que más han afectado a los productores de girasol?
-El conflicto armado en Ucrania es un factor muy importante porque la política rusa de entorpecer la llega de semilla europea ha originado un fuerte encarecimiento de hasta un 35 por ciento de este material de siembra. También ha habido importantes crecimientos de los gastos de otros insumos, como los fertilizantes.
-¿Qué otros efectos ha tenido en el cultivo la guerra en Ucrania?
-Ha tenido una influencia muy importante. Esta agresión armada ha supuesto que en la actualidad haya dos millones de hectáreas de girasol bloqueadas. España es un país dependiente de la importación de grano de semilla y de aceite crudo, ya que nuestra demanda de ambos productos es más del doble que nuestra producción. De este un modo, un 60 por ciento de las necesidades de aceite de girasol de nuestro país se importan fundamentalmente de Ucrania, aunque también compramos a Argentina o Turquía. Al cerrarse el grifo de Ucrania, se ha generado un problema muy importante de suministro. Sería necesario elevar nuestra superficie para reducir nuestra dependencia de este país.
-¿Cómo pueden evolucionar los precios del aceite de girasol en los próximos meses?
-Está claro que no vamos a volver a la situación de 2019, cuando se registraron precios especialmente bajos. También suele ocurrir, no solo en este sector, sino en todas las actividades productivas, que cuando se encarece un producto ese valor viene para quedarse. También entiendo que la fuerte subida que hubo en 2022, cuando se llegó en algún momento a los 1.000 euros por hectárea, respondió a un aumento de la demanda muy concreto en España. Los precios actuales creo que son positivos, siempre que consigamos unos niveles normales de producción. La evolución dependerá de lo que ocurra en periodo comprendido entre julio y octubre, pero creo que es muy probable que los valores que hay en este momento se mantengan.
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