Desde mi rincón
Siembra y fruto
En esta maravillosa provincia, llevamos plantando 'demonización empresarial' en todas las parcelas de actividad
Lawfare, ¿de qué hablamos?
En Córdoba, por una u otra razón, todos tenemos conocimientos de campo. Nadie se sorprenderá si digo que para disfrutar de una cosecha antes hay que plantar y dejar pasar, en algunos casos, varios años. Si eso es así, extraña que la sociedad cordobesa se ... sorprenda con la noticia de que somos la provincia española que en el último año perdió cuantitativamente más población.
Me sorprende que sorprenda. En esta maravillosa provincia y por razones que convendría debatir sosegadamente, llevamos plantando 'demonización empresarial' en todas las parcelas de actividad. Plantaciones que, tras regarlas con sustanciosos impuestos, instalando generosos controles, burocracia agobiante y una buena dosis de desprestigio para los titulares, el fruto que produce no puede ser otro que debilidad económica y, consecuentemente, fuga de emprendedores y profesionales cualificados hacia territorios más acogedores con el buen emprendedor.
Esta, creo yo, es una de las muchas causas, puede que la madre de todas ellas, que justifican la noticia que comentamos. No somos tan necios para desconocer que, por diferentes razones, en España se ha instalado peligrosamente el pensamiento único. Algo que me permito definir como la ideología de quienes creyendo saberlo todo se consideran intelectual y moralmente por encima de los demás.
Una de las teorías de esa ideología es que la economía irá mejor cuando las empresas estén en manos públicas o, si están en manos privadas, muy controladas por el Estado. No entro en enjuiciar semejante ideología. Pero, recordando la fábula de la zorra y las uvas, digo que cuando el objetivo que se busca no está de momento al alcance, se acude al desprestigio del enemigo esperando que se rinda o huya.
Cuando en un contexto de libertad de mercado, la sociedad de un determinado territorio percibe al emprendedor o profesional libre como un mal necesario, las consecuencias no deberían extrañar a nadie. Porque todos somos libres para proceder de una u otra manera, pero sin olvidar que seremos prisioneros de las consecuencias de nuestras actuaciones.
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