Políticos

Comprenderé que me tilden de iluso. Pero sería noble y digno que aquellos políticos que han conseguido ser alcaldes de un pueblo y saben que a la menor oportunidad lo abandonarán para ascender en la política, callen o tengan lo que hay que tener para reconocer que sólo usan la alcaldía como trampolín para escalar en esa profesión tan ajena y distante a la ciudadanía como es hoy la política. ¿A qué viene esto?

Las noticias de una Junta de Andalucíacon más consejeros, algunos extrañísimos, y muchos más altos cargos, todos con idéntico marchamo como si fueran chorizos a los que sólo el origen garantiza su calidad, siembran desconfianza en quienes pusimos ilusión y votamos a esa opción política.

Es cierto que debemos darles un margen antes de juzgarlos. Pero hay cosas que cuesta digerir. Como también nos llena de inquietud el ver cómo en Córdoba se ha instalado esa enfermedad. La obsesión del responsable político por colocar al mayor número de los suyos a costa del presupuesto de todos, sin exigirse, como contrapartida, una gestión transparente, eficiente y ejemplar.

Y no estoy solo si digo que esa política parece orientada a ganar voluntades dentro del partido para aspirar en su momento a cargos políticos más tranquilos y mejor remunerados, más que a responder a la confianza y expectativas recibidas de los ciudadanos de Córdoba.

Si al votar no tenemos una opción política ilusionante, por haber llegado a la conclusión de que esto no tiene remedio ya que todos son iguales, podemos dar por fallida la democracia y esperar malos tiempos para todos.