Pasar el rato

Escuela de cortesía

En Andalucía faltan camareros para la Semana Santa, Dios nos asista

Se buscan... y se contratan camareros en Córdoba

La larga y penosa convivencia con ese animal político depredador que se llama Pedro Sánchez ha familiarizado a los españoles con la tragedia. Donde quiera que ese ser protervo pone los ojos, todo se destruye: desde la propia estimación hasta la identidad sexual. ... Una sociedad con 37 sexos desemboca en el caos, y la gente acaba mirándose con recelo por las calles. Somos un pueblo heroico, capaz de sobreponerse a guerras civiles, catástrofes naturales, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, las canciones de Miguel Bosé y las novelas de Almudena Grandes. Pero el heroísmo tiene sus límites, y hay acontecimientos que nos sobrepasan, porque señalan el final de la civilización y la vuelta a las cavernas.

La noticia que hoy comento la publicó este periódico el jueves pasado. Pero es más antigua y se repite. Todas las noticias se repiten. Sería insoportable un mundo distintamente dramático todos los días. Hoy sucede lo mismo de ayer, pero hay que contarlo con otro tono, con otro estilo, con otra voz. Para que parezca distinto. En Andalucía faltan camareros para la Semana Santa, Dios nos asista. Faltan muchos camareros, con una formación adecuada para dar calidad en el servicio. El asunto es tan grave que los empresarios gaditanos han ido a buscar buenos camareros a Marruecos, la tierra donde se conserva el teléfono móvil incorrupto de Pedro Sánchez. En el mes de octubre del año de desgracia tabernera de 2021, este periódico nos dijo que faltaban en Córdoba más de mil camareros. He dedicado sentidos artículos a esa profesión, que admiro desde antiguo. El oficio de camarero exige un cierto conocimiento del alma humana bebedora y de sus pesadumbres.

El oficio de camarero tiene una fundamentación psicoterapéutica. Un buen camarero puede ser tanto o más eficaz que un buen psicólogo. Y mucho más económico. La bebida es un arte coral, necesita compañía para no quedar reducida a sus efectos secundarios. Por eso le viene bien un director artístico, que acostumbra a ser el camarero. En las terrazas de los bares cordobeses se aprende que las botellas no se beben, se conversan. Vivo en conversación con las botellas, / y resuelvo con ellas mis querellas, podríamos decir, y por eso lo decimos. Los buenos camareros son una escuela de cortesía. Así como la ortografía conserva el idioma, lo fija y evita su dispersión, las buenas maneras conservan y elevan el nivel de las sociedades, evitan su degradación. Quiera el buen Dios de la Semana Santa darnos buenos camareros durante todo el año. Sin camareros tendrán que cerrar los bares, las tabernas, las cafeterías, e iremos adquiriendo la costumbre del autoservicio tabernario. Cada cordobés caminará llevando bajo el brazo una sillita plegable y una bolsa de supermercado con los productos indispensables para el aperitivo. Que instalará, como los pobres de soportal bancario, en sitio fijo, incluso con un cartelito identificativo de reserva de plaza. Con el tiempo, quizás acaben bajando a la calle mesas y sillas, instalando el cuarto de estar en las aceras. «¿Qué van a tomar los señores?» Esa es la música única que nunca volverá, ni podrá ser sustituida.

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