Desde Simblia
Patético
Las manifestaciones sindicales del domingo pasado han tenido una respuesta tan escasa que debería hacer reflexionar a sus líderes
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¿Por qué ocurren ciertas cosas?
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Iniciar sesiónLos sindicatos, que a lo largo de su historia han alcanzado grandes logros en las condiciones laborales de los trabajadores, son un elemento de suma importancia en un estado democrático. Su actividad ha permitido que las interminables jornadas que los trabajadores habían de ... afrontar en las primeras fases de la revolución industrial en las décadas del siglo XIX, hayan sido paulatinamente reducidas hasta niveles aceptables.
Consiguieron ser reconocidos como organizaciones, después de muchos años de prohibición porque el Estado liberal decimonónico los consideraban un peligro que alteraba la paz social. Las huelgas no eran legales y habían de moverse en medio de grandes dificultades que, poco a poco con gran tenacidad, lograron superar.
En el siglo XX continuó esa lucha y en España hay ejemplos importantes de ella y de la honradez de quienes encabezaban los sindicatos más importantes de la España del post franquismo y de los años de la Transición. Es el caso de Marcelino Camacho, un referente de CCOO, vinculada al Partido Comunista, o de Nicolás Redondo, líder del sindicato socialista UGT.
Ha pasado mucho tiempo desde entonces y el desprestigio, con sonados casos de corrupción, principalmente en el caso de la UGT, ha apartado a muchos trabajadores de la filiación sindical. Los sindicatos han perdido fuerza y se mantienen, en buena medida, gracias a las importantes subvenciones que reciben de los gobiernos, que también las dan a las organizaciones patronales. Esa decadencia ha sido palpable en la concurrencia a las manifestaciones del Primero de Mayo, otrora masivas y ahora con cantidades menores de manifestantes.
La última convocatoria de manifestaciones sindicales ha tenido un resultado patético. Un llamamiento a los pensionistas, que son doce millones, a manifestarse no contra las decisiones de un gobierno, sino contra una oposición por no mostrarse favorable a iniciativas gubernamentales, que incluían la aprobación de la subida de las pensiones para este año, junto a otras noventa iniciativas de carácter muy variado y que le fue tumbada al gobierno porque la oposición votó en contra, pero sobre todo porque la rechazó uno de sus socios parlamentarios, Junts per Catalunya.
Los pensionistas han visto la jugada de unos sindicatos entregados al gobierno de forma lamentable. Las manifestaciones del pasado domingo cosecharon una paupérrima asistencia. En ninguna de las capitales andaluzas llegó a las quinientas personas. En más de la mitad sólo lograron reunir a unas doscientas cincuenta y en alguna de ellas eran sólo un centenar.
Si restan a esas cifras los representantes sindicales que acudieron, tienen el nivel de capacidad de convocatoria de CCOO y UGT. La convocatoria, claramente descarada en sus propósitos, ha tenido una respuesta tan escasa que debería hacer reflexionar a sus líderes sobre lo ocurrido, porque ridículos como el vivido son un baldón más en su trayectoria.
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