Desde Simblia
El mejor momento de la historia
El tren en España no vive el mejor momento de su historia. Que se lo pregunten a los miles de usuarios que se ven afectados por su mal funcionamiento de forma casi cotidiana
HACE algo más de diez meses el ministro de Transportes, Óscar Puente, afirmaba, en una comparecencia parlamentaria, que en España el tren vive el mejor momento de la historia. No lo dijo una vez, sino que, alardeando de ello, lo repitió, considerando que tal ... vez alguien no se había enterado. No sé cuáles son los conocimientos del ministro Óscar Puente acerca de la historia del ferrocarril en España para hacer esa contundente afirmación. Pero a la vista de los acontecimientos ferroviarios su afirmación dista mucho responder a la realidad.
Cuando en vísperas de la Exposición del 92 se inauguró la primera línea de Alta Velocidad Española, la que unía Madrid con Sevilla, el AVE se convirtió en uno de los signos de la modernidad de España. Los trenes llegaban con una puntualidad que sorprendía y Renfe se comprometía a devolver la totalidad o una parte del importe del billete, si el retraso superaba los quince minutos. Con la llegada de Óscar Puente al ministerio, una de sus primeras medidas fue modificar dicho compromiso. Las devoluciones solo se producirían en caso de que los retrasos fueran tan largos que parecieran escandalosos. Es lo que ha ocurrido desde entonces. Los retrasos no sólo son escandalosos, sino tan frecuentes que resultan cotidianos. Casi a diario los trenes quedan parados en las vías por las causas más diferentes. Unas veces son robos de cobre que afectan al funcionamiento de la red ferroviaria, otras es la perdida de tensión en las catenarias. En ocasiones las catenarias se caen por su mal estado o la línea se queda sin electricidad. Las consecuencias las padecen quienes usan ese transporte público que ha dejado de ser seña de modernidad y convertido en un elemento que castiga la imagen de España.
Son docenas de miles los pasajeros que se ven afectados. Han de aguardar hacinados en las estaciones la salida de unos trenes que se demoran porque el tráfico está interrumpido con un tren detenido en pleno trayecto cuyos viajeros pueden permanecer horas en los trenes o abandonados en medio de descampados, sin recibir ningún tipo de asistencia. El mal funcionamiento de los trenes, otrora orgullo del transporte público en España, es una realidad cotidiana.
El ministro Óscar Puente, como máximo responsable del Ministerio, no ha sido capaz, hasta el momento, de poner remedio a esta situación y tampoco sabemos si tendrá algún plan para devolver el prestigio perdido a las comunicaciones ferroviarias y la seguridad a los pasajeros. El tren en España no vive mejor momento de su historia. Que se lo pregunten a los miles de usuarios que se ven afectados por su mal funcionamiento de forma casi cotidiana.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete