Cultura
Javier Rubio: «Un corazón agradecido tiene la mitad del camino hecho frente a un corazón agraviado»
Publica 'Buenos días y gracias a Dios», un libro con algo de autobiografía espiritual que busca el rastro de Dios en todo lo cotidiano
Javier Rubio: «Doy diariamente las gracias a Dios porque experimento la vida como un regalo»
Javier Rubio, ante el Cristo de la Caridad de la hermandad sevillana de Santa Marta
Javier Rubio, periodista de ABC de Sevilla, ha publicado 'Buenos días y gracias a Dios', un libro de reflexiones cortas, pero de luces largas, editado por Mensajero, en que invita a buscar motivos para empezar la jornada alabando. Este martes lo presenta en ... Córdoba, a las 19.30 horas en el Palacio de Viana.
-¿Qué le llevó a escribir el libro?
-El libro nace de una serie de tuits o mensajes que le mandaba a mi grupo más cercano de comunidad de la parroquia. De ahí, casi de una manera natural, doy gracias a Dios por algún motivo. Ayer, por los éxitos ajenos y hoy por los fracasos propios. Vi la oportunidad de que si se ampliaba, y se hacía una pequeña explicación de qué me ha motivado a dar gracias por alguna cosa en concreto, surgía el libro.
-Un tuit, un pequeño mensaje, es algo sencillo. ¿Hay que pensar mucho para llegar allí?
-La sencillez es lo más difícil de conseguir. Hay veces que te lo sugiere la primera oración de la mañana, o una charla del día anterior, o algo que te ha pasado, y otras veces hay que rebuscar un poco. Cuando cambias de ambiente te surgen casi espontáneos: si te vas a la montaña, a la playa, a otro paisaje, ahí tienes motivos más que sobrados de dar gracias por el despliegue de la naturaleza. Cuando estás en el día a día, hay que hacer un poco más de ejercicio, pero yo creo que es muy saludable la mirada agradecida, ir dando gracias por todo lo que nos pasa.
-Es más fácil dar gracias por lo extraordinario, pero parece que no hace falta en un día sin novedades.
-Claro, lo tenemos como sobreentendido, o incluso más: nos lo merecemos. Que el sol haya salido esta mañana parece que está asumido y va a suceder, y es un asombro prodigioso ante el que no podemos dejar de gracias. Tendemos a asociar la gratitud con aquellos que nos agrada a nosotros, pero seguro que hay un plan escondido detrás de cada cosa que nos sucede por lo que también tenemos que dar gracias. Conozco a gente muy cercana que da gracias a Dios por la enfermedad, y no es nada agradable, pero entienden, o descubren, cosas, alrededor de su enfermedad o de la su familia, con las que tienen que mostrarse agradecidos.
«Tendemos a asociar la gratitud con lo que nos agrada, pero hay un plan escondido detrás de cada cosa que sucede»
-La acción de gracias es en sí misma una oración. Según el libro, ¿se está en oración todo el día si se está en la disposición adecuada?
-Claro, al final es hacer presente ese principio inspirador, creador, de todo lo que es Dios. Y encontrarlo, como decía Santa Teresa entre los pucheros, en cada cosa. Puede ser un amanecer espectacular, o la lluvia que Dios quiera que venga pronto y tanto necesitamos, o porque hace calor. Seguro que encontramos un motivo.
-¿Crece y se robustece la fe al transmitirla de esta manera, al explicarla? ¿Le ayuda a usted?
-Eso está claro. El cristiano es seguidor de Cristo, y la condición de discípulo no se puede disociar en absoluto de la condición de misionero, de apóstol. Eres discípulo, te adhieres a una fe, pero tienes que compartirla, llevarla a los demás, proponerla con muchísima humildad, sin apabullar y sin avasallar, explicando lo que ha pasado en tu vida, por si puede servir de ayuda.
-¿Da fruto, como aquellas semillas de la parábola del sembrador?
-Ya que ha nombrado esa parábola, empieza diciendo «salió el sembrador a sembrar». No corresponde el cosechar. La recogida ya llegará si tiene que llegar, si el Espíritu Santo considera que tiene que dar fruto.
-Ésta era una sociedad culturalmente católica. Hemos visto años de mucha práctica religiosa, pero la hemos visto desmoronarse. ¿Cómo es el papel de los que tienen que hablar de la fe en un tiempo en que la sociedad ha hecho apostasía?
-Yo no le llamaría apostasía, creo que esa palabra puede distorsionar. Creo que es más bien un alejamiento, una indiferencia, pero casi sin proponérselo. Tiene que ver mucho con los bienes materiales, y al final todas esas cosas no llenan el vacío interior de la persona. Descubres que hay de una sed de espiritualidad enorme, de trascendencia. Al final hablamos de las grandes preguntas: quiénes somos, de dónde venimos, a dónde vamos. Esa sed hay que llenarla de una manera o de otra. Hay mucha gente buscando, pero yo creo, y aquí sí es una cuestión de fe, que buscan en las fuentes equivocadas. La fe en Cristo es una fe de agua viva, un manantial que brota constantemente y sacia la sed para siempre.
«Somos los que tenemos que llevar la esperanza al mundo. Si pensamos que con nuestra vida terrenal se acaba todo, perdemos la esperanza»
-Se busca la trascendencia y la espiritualidad, pero ¿dar miedo buscar a Dios, o encontrarlo?
-Más que miedo, lo que les asusta es ponerle un nombre, una etiqueta. En un reportaje que vi se decía que en Italia una gran parte de la población se declara católica, pero después no práctica, tiene una fe débil, o les había escandalizado el pecado de la Iglesia. Y todos somos pecadores. A lo mejor eso les asusta o les hace buscar nuevas maneras. Y sin embargo, la propuesta de la fe católica es tan amplia, tan diversa y tiene tanto recorrido que hay que mostrarlo. Si usted me dice que quiere meditar, es lo que hacían los padres del desierto, lo que pasa es que le llamamos contemplación. Si llama la atención es la caridad y el servicio a los demás, también es su sitio. Hay muchas maneras de expresar la espiritualidad y todas tienen su sitio con unas tradiciones de siglos. Lo que pasa es que lo hemos dejado perder, tal vez porque hemos hecho algo demasiado reflexivo, de pensamiento. Nos hemos olvidado de que a la fe se llega por el corazón, y un corazón agradecido tiene la mitad del camino hecho frente un corazón permanentemente agraviado y molesto.
-Le planteo problemas, pero habla como un cristiano esperanzado.
-Un cristiano que no tenga esperanza mal va. Somos los que tenemos que llevar la esperanza al mundo. Si decae la esperanza, decae nuestra fe, Nuestra fe está aguardando una vida eterna, encontrarnos cara a cara con Dios en la vida que viene después. Si pensamos que somos un producto del azar y que con nuestra vida terrenal se acaba todo, perdemos la esperanza.
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