ContraMiradas
Javier Navarro, pediatra de Córdoba: «La lactancia materna es un bien comunitario»
Este señor ha liderado un proyecto pionero para humanizar el parto. Y afirma: «Quiero pensar que los niños vienen a un mundo mejor». Así sea
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Córdoba
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Iniciar sesiónPodríamos decir que la consulta del doctor Navarro se asemeja a un tablón de anuncios de instituto. Fotografías de lactantes, pasquines pinchados con chinchetas, anuncios de talleres de maternidad y dibujos de niños con corazones, casitas y arco iris.
Uno de ellos proclama ... lo siguiente: «Para el mejor médico». No hay duda de que estamos en el despacho de un pediatra. Y un pediatra comprometido con su trabajo. De hecho, Javier Navarro (Alcoy, 1965) ha liderado durante diez años un proyecto pionero que ha terminado con la acreditación del centro de salud Lucano como espacio de Humanización de Asistencia al Nacimiento concedido por la OMS y la Unicef. La pregunta se cae por su propio peso.
-Perdone. ¿Antes no eran humanos los partos?
-Humanizar significa que los profesionales nos ponemos en el lugar del paciente y dejamos de hacer cosas que no tienen evidencia científica.
-¿Por ejemplo?
-Los tactos vaginales indiscriminados, la monitorización continua de un recién nacido, la episiotomía sistemática, la maniobra de Kristeller, la poca intimidad de una sala de partos. Son prácticas que no tienen ninguna evidencia y deberían evitarse. El parto hospitalario ha aportado muchísimo a la baja mortalidad infantil pero también ha hecho que sean poco humanizados.
-¿Por qué hay que defender la lactancia materna?
-Primero porque es un derecho del menor a ser alimentado con el mejor alimento, que es la leche materna. La lactancia materna es un bien social, un bien comunitario, es gratis, ecológico, no contamina y el producto de nuestra especie que mejor le sienta a un recién nacido. Hay que hablar de los beneficios. Pero no solo. También de las consecuencias que tiene no tomar leche materna.
«La pregunta estrella en la consulta es el sueño de los niños. Y luego los esfínteres»
-¿Qué consecuencias?
-Las consecuencias de la toma de una fórmula son varias. Hay quien tiene alergia a la leche vacuna. Pero también problemas de estreñimiento, digestivos o de tolerancia.
-¿Hasta qué edad es recomendable?
-Hasta que madre e hijo quieran.
-¿Y usted qué recomienda?
-Hasta que madre e hijo quieran.
-Usted ha declarado: «La lactancia es un bien de la humanidad». Y no es una hipérbole.
-No. Es un bien para la salud de la madre y del niño, y es asequible en todas partes. La lactancia artificial te condena a tener que comprar una fórmula y a depender de tu nivel económico para comprar latas de leche que valen 30 o 40 euros.
-¿Y por qué se ha abandonado en las últimas décadas?
-A partir de la posguerra había muchos huérfanos, estaban en hospicios, no tenían madres, les daban leche de vaca y morían, les daban fruta y morían. Y ahí empezó la leche de fórmula. Ahora hay una leve recuperación. El patrón de normalidad es la leche materna. La excepcionalidad es la leche de fórmula. Aunque tampoco hay que ser extremista.
-Usted es moderado.
-Pasé mi época inicial de furor, de ser casi un talibán.
-Y se ha corregido.
-Hay que buscar siempre el punto medio. Muchas mujeres necesitan dar leche artificial a los seis meses por circunstancias laborales.
«Las mujeres han perdido el apoyo de la vecina, de la madre o de las amigas»
-También ha dicho lo siguiente: «La maternidad se vive hoy en completa soledad». ¿Tiene la respuesta?
-En pandemia, se puede imaginar. Nos hemos interconectado mucho a nivel de internet y redes sociales, pero el apoyo de la vecina, las madres o las amigas se ha perdido. Muchas madres nacen con sus niños y sufren aislamiento. La pareja es fundamental. Por eso es importante hacer talleres de lactancia para compartir las experiencias y las dudas en grupo. Lo que se llama la cultura de tribu.
-Hemos perdido la cultura de tribu.
-Creo que sí. Estamos muy comunicados pero a nivel virtual. A nivel humano directo hemos perdido.
-¿El método Estivill de inducción al sueño goza de buena salud?
-Según como lo mire. En los grupos de lactancia ha sido como quemar el libro en una hoguera. El método sufrió una transformación porque hasta el propio autor reconoció que había que aplicarlo a niños mayores. Yo les digo a los padres que busquen el método que mejor les vaya. Aplicar un método conductual a un niño de seis meses es complicado. Y el tema del colecho es controvertido.
-¿Y usted qué piensa?
-Que cada padre haga lo que mejor le vaya. Si hay problemas, quizás haya que corregir alguna cosa.
-¿Es partidario de SuperNanny?
-Es un programa curioso. Lo veía desde la óptica de padre y la verdad es que con mis hijos no tuve esos problemas. Cada padre y madre deben buscar su modelo educativo. Aquí nos preguntan de todo.
-¿Y cuál es la pregunta estrella?
-El sueño. Y el control de esfínteres cuando van al colegio. Hemos tenido muchos problemas conductuales. Han aumentado muchísimo en los últimos años.
«Yo le daría el móvil a un niño con 13 o 14 años en adelante»
-¿Por qué?
-Por el tipo de sociedad en que vivimos. Ha influido mucho el problema de la separación de los padres. Las peleas entre ellos crean mucho malestar en los niños. Somos padres mayores, tenemos menos paciencia. La existencia de un hijo solo. Hogares solitarios. Todo eso ha influido en la conducta de los niños.
-¿En qué momento el rey de la casa se convierte en un tirano?
-En el momento en que tú se lo permites. Los padres tenemos miedo a tener autoridad y el niño lo que busca es una figura de autoridad, que es diferente a ser autoritario. Eso se ve en la consulta. Un niño es capaz de quitarle la silla a su madre y su madre se levanta. Eso es inadmisible. Deben aprender cuál es la escala de valores.
-Y eso no se enseña en la consulta.
-Es difícil aquí. Algunos consejos, pero nada más.
-¿Sobreproteger a un niño es cortarle las alas?
-Creo que sí. Lo puedo decir como profesional y como padre. La sobreprotección hace que el niño tenga miedos, dificultades y frustraciones cuando tenga que enfrentarse a algo. Hay que protegerlo pero no sobremanera.
La acreditación de la OMS-Unicef no fue un camino fácil. Se trata de un largo proceso de transformación pediátrica y evaluación que, generalmente, se prolonga durante 7 años mínimo. En el caso del centro Lucano, se dilató una década. La razón es comprensible: se interpuso la pandemia.
El programa persigue la promoción de la «verdadera lactancia materna» e incluye protocolos para la recepción del recién nacido, seguimiento del niño amamantado o generar un ambiente acogedor donde la madre pueda dar pecho en cualquier sitio. Justo al final del ala pediátrica, se ubica un «rincón para la lactancia», donde las madres encuentran suficiente intimidad. El plan también contempló la formación específica del personal, desde los celadores a los médicos de familia.
-¿Mañana las consultas serán por webcam?
-Ojalá.
-Quiere librarse de ellas.
-No. Hay que compaginar una consulta presencial con una «online». Sería lo ideal. Y en el sistema público de salud estamos lejos de eso. Desde hace 10 años me manejo a través del correo electrónico con los padres. Y complementa enormemente la consulta presencial. Antes de la pandemia, suponían el 30% de las consultas. En la pandemia, llegamos al 50% o más.
-¿Las redes sociales son un arma pediátrica?
-Un arma pediátrica que hay que saber usar. Es como un rifle. Tienes que tener información y saber qué impacto provoca. A mí me conoce mucha gente. Si Javier Navarro pone en un post de Facebook que a la vacuna del Covid le pasa esto y aquello, tiene un impacto social. Y tienes que saber manejarlo.
-Te puede explotar en las manos.
-Sí. De hecho, hay un manual de buen uso. Pero hay que reconocer que las redes sociales son una forma de llegar a mucha gente.
-¿Qué hemos aprendido de la pandemia?
-Creo que nada.
-¿No?
-Creo que olvidamos muy pronto. Aunque eso sí: el sistema sanitario no olvidará.
-¿Qué papel juegan las personas mayores en el mundo de los niños?
-Están los abuelos explotados, que se encargan del niño cuando está enfermo y no puede llevarse a la guardería. Como apoyo social son fundamentales. Y también como apoyo emocional y táctico. Y, sobre todo, aprenden su sabiduría.
-¿A qué edad le daría el móvil a un niño?
-Cuando más tarde mejor. Porque móvil van a tener. Forma parte ya de su «modus vivendi». Quizás yo se lo daría con 13 o 14 años en adelante. Primero, habría que formar a los padres. Dar un móvil a un niño de 10 años es como darle las llaves de un Ferrari a una persona que no sabe conducir.
-Si los niños pierden la calle, ¿qué pierden?
-Libertad, interacción con los iguales, vivir de primera mano lo que ocurre, socializarse. Y ganarían, por supuesto, menos horas de televisión y de móvil.
-¿Y por qué no reconquistamos la calle?
-Habría que reestructurar las ciudades y también la vida de los padres.
-¿A qué mundo vienen los niños que nacen?
-Me gustaría pensar que vienen a un mundo mejor. Desde luego, diferente del nuestro. Confío en dejar un mundo ordenado, bueno, con trabajo y con salud.
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