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La inédita cita de El Cordobés y los Beatles: una película, Don Perignon y un final inesperado
Corría finales de 1966 y los 'reyes' del pop acudieron a un almuerzo en Córdoba con el ciclón de Palma del Río para hacerle una propuesta de muchos kilates
El sorprendente vídeo que Paul McCartney grabó cuando visitó Córdoba en los años 60

Cuando Manuel Benítez 'El Cordobés' descuelga el teléfono se topa con una voz que chapurrea el castellano. Tiene acento inglés. Al Cordobés le suena Samuel como el nombre que le interpela. Un ciclón en los ruedos con apenas 30 años, dos de alternativa, y cientos de corridas ya a sus espaldas que empieza a granjearse el favor del público y en forjar su leyenda. Quien le habla es Brian Samuel Epstein, el manager de Los Beatles.
El año 1966 va tocando a su fin, y la imparable leyenda del grupo de Liverpool se topa con el estrellato de un joven aguerrido y valiente que es el ídolo de España en las plazas de toros. Un personaje y una sociología únicas que atraen a los 'reyes' del pop hasta el punto de preparar una proposición que pudiera parecer irrenunciable. Dos fenómenos sociales, sin duda alguna.
Brian Epstein, al que acabarían apodando 'El Quinto Beatles', le propone a Manuel Benítez comer juntos en Córdoba. Están muy interesados en conocerle. Hace un año que Paul McCartney, John Lenon, Ringo Star y George Harris han pìsado suelo español y han hecho el delirio de las masas y sus incontables fans. Pero a sus oídos ha llegado la leyenda de otro ídolo de masas que no le va a la zaga. El torero de Palma del Río, un dechado de carisma y amabilidad, acepta. La cita: Hotel Palace. Almuerzo. Noviembre de 1966.
El día señalado llega. Manuel está acompañado por uno miembro de su cuadrilla. Al otro lado de la mesa, Brian Epstein, Ringo Stary George Harris. La camaradería comienza, aunque el idioma establece una barrera entre los dos Beatles y el diestro. Sólo el manager habla algo de español y es con quien El Cordobés entabla más diálogo.
Trato y burbujas
De repente, la propuesta surge: las estrellas del pop quieren hacer una película con el maestro y unir en un film la estratosférica popularidad. La visita a España de los británico había servido para dejarse seducir por la fuerza de los toros, y en los años sesenta el icono se llama Manuel Benítez.
De repente, una botella de Don Perignon se descorcha en la mesa, y el mejor champagne corre por las copas de los presentes. El Cordobés va directamente al grano y pregunta qué les trae hasta Córdoba. «Hacer una película con usted, señor Benítez», chapurrea Eipstein. El torero queda sorprendido por la enjundia de la oferta.
Sin embargo, la alegría torna en contrariedad cuando escucha las condiciones de la propuesta: 30 millones de pesetas por la parte de los derechos de Manuel Benítez del film. «¿Por qué?», pregunta el torero. «Nosotros somos cuatro, y usted, uno solo», dice el representante de los Beatles. Ringo y George, ajenos a la almendra de la conversación bajo las burbujas del Don Perignon, que no cesa de correr por la mesa del insigne hotel cordobés.
Manuel Benítez, locuaz y de regate corto, no tarda ni cinco segundos en contestar: «La oferta es al revés, yo os compro vuestra parte de la película, porque nosotros somos cinco, un servidor y mi cuadrilla». El manager de los Beatles tarda unos minutos en entenderlo, pero cuando la hace, sabe que hasta ahí ha llegado la idílica ocasión de hacer una película juntos. El final era previsible: siguió corriendo el Don Perignon hasta bien entrada la noche. Por el camino, la película imposible.
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