La historia de dos cordobesas pioneras del fútbol femenino en España

Así fue. Las dos cordobesas, exfutbolistas de los años 70, antepusieron su pasión por el fútbol a los prejuicios de la época. Una historia de pura lucha por los valores y una capacidad innegable para anteponerse a las adversidades. Triunfaron. Y abrieron un camino que hoy recorren miles de mujeres. 

¿Cómo decidió Isi embarcarse en esta aventura? Una convocatoria de radio en 1971. «Estaba dirigido a las niñas que les gustara el fútbol, para que fuesen al estadio del Sector Sur de Córdoba. Yo lo escuché y dije: pues voy. Por salir de la rutina». Isi relató a ABC que «nos convocaron allí, nos hicieron una prueba, tiramos penaltis, empezaron a seleccionar personas, hicieron dos equipos de fútbol y así empezó la aventura».

Recordó con mucho gusto lo bien que se lo pasaban en los viajes en autobús yendo a cada estadio a jugar y recibió la mejor noticia: la llamada de la selección. «Una persona de la selección española llamó al que entonces era mi presidente y le pidió dos chicas que despuntasen, nos hicieron pruebas y nos dijeron que nos fuésemos con la selección». A partir de ahí fue una de las clásicas a la que siempre convocaban, aunque muchas veces fuera de suplente, pero ella iba feliz de formar parte del equipo nacional.

Su familia fue un gran apoyo. «Todos se lo tomaron estupendamente. Sólo mi padre me dijo una cosa: ten cuidado, que la vida no siempre es así, pero si me divertía y me lo pasaba bien adelante. En ese aspecto no tuve problemas». Los momentos divertidos en los viajes del autobús no se le borrarán de la memoria. «Cuando llegábamos a un pueblo con tiempo, íbamos al bar y formábamos una fiesta, yo me ponía a cantar y nos lo pasábamos genial».

Estuvo en el partido contra Italia y fue a jugar a Larache (Marruecos), también en varios torneos por la geografía española como el de Málaga o Fuengirola. «Cuando vinieron aquí las italianas a Córdoba jugamos en El Arcángel y sonó el himno nacional. Eso fue ya demasiado, muy bonito». Se abrió pasó ante los prejuicios de la época y ella es consciente de que «las personas que iban al fútbol iban más por ver las mujeres en pantalón corto».

Conforme pasaron los años, muchas mujeres se pasaron al fútbol sala o fútbol 7, pero Isi decidió no seguir con su carrera. Ella no podía renunciar a su trabajo, no le daban permiso y poco a poco el fútbol se quedó a un lado, pero de su corazón jamás ha salido.

«¡Cuidado con la Caracuel!» es la gran frase que se repetía por Cataluña ante una cordobesa apodada como 'La mejor artillera del país'. Jugaba a escondidas porque su padre no soportaba que jugaba al fútbol. Caracuel relató que «me escapaba para jugar con los niños, si quería aprender fútbol tenía que ser con un niño, pero me daba igual porque el fútbol era mi locura y yo buscaba tiempo de dónde sea».

Su familia emigró a Cataluña y pronto la descubrió el técnico del equipo del Vic. En el curso 1971-1972, participó en el I Campeonato de Cataluña de Fútbol Femenino y la Copa Pernod, y Caracuel se erigió en una de las jugadoras más destacadas del torneo, ganando el Trofeo Pastis 51 a la máxima artillera con hasta 59 goles. «Mi padre sí me dejó ir, pero con la condición de que me acompañase mi hermana».

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Fue complicada la relación con él sobre el fútbol, pero al final lo entendió. «En Cataluña tuve una gran fama y mi padre lo reconoció, si me viese ahora estaría muy contento de todo lo que he logrado. «Algo que he escuchado cuando me encuentro con mucha gente me dice: uy si aquellos tiempos fueran esto no tendría balones de oro».

La etapa «más bonita de mi vida». Para Caracuel, «a día de hoy voy con las nietas al campo de fútbol, las ideas sobre el fútbol las sigo teniendo, pero el cuerpo no me acompaña». Estuvo hasta los 36 años jugando cuando lo tuvo que dejar por motivos laborales. A base de goles la convocaron para el primer equipo femenino estatal, para jugar el amistoso entre Portugal e Italia en 1983. Llegó a recibir una oferta de un equipo italiano, pero tuvo que rechazarla pues su padre se negó a dejarla ir, y ella no sentía que pudiera llevarle la contraria. «Mi padre me dijo que si sales aquí de casa así no entras».