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La Transición que se escribe ahora
La Transición se escribe ahora. Un acto de honestidad intelectual frente al fallido 15-M
Querido Martín
Córdoba
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Iniciar sesiónLas viejas glorias del Antiguo Testamento socialista ya no se cartean. Ni se discuten en una mesa camilla. Ni se tiran comunicados a la Prensa. Ahora escriben libros. Bien para ponerse aún más de perfil, bien para ajustarse cuentas, bien para despacharse a gusto — ... léase Alfonso Guerra, que lo hizo de una sentada—. Incluso alguno se reivindica en los momentos finales del estadio político por haber pasado con cierta pena y escasa gloria. Otros se manifiestan, solamente, yendo a las presentaciones de estos libros. Y los hay que prefieren seguir sin aparecer. O porque están hartos o porque no quieren acabar como Nicolás Redondo Terreros o Joaquín Leguina (siempre les quedara un oportuno manifiesto). El viernes llega el último a sus pantallas, el que ha escrito el expresidente del Parlamento andaluz, diputado socialista por Córdoba —aunque lo viéramos poco por su circunscripción— y jerifalte del aparatejo de aquellos entonces: Manuel Gracia. 'Mi sombra ante mí', su título. Se terminó de imprimir en los talleres con la amnistía de cuerpo presente.
La Transición se escribe ahora. Parece un acto de honestidad intelectual frente a la fallida nueva política del 15-M que tanto la vilipendia. Es un ajuste de cuentas reposado. Unos pasan factura en Twitter con regate corto y otros prefieren el ensayo de 400 páginas. Son dos modos de entender la política con el consabido resultado y públicos diferentes. Escriben Guerra, Rodríguez de la Borbolla, Griñán, Rojas Marcos, Luis Marín Sicilia, el hijo de Nicolás Redondo... Es una forma educada de reivindicar un tiempo, una política y un país que se escapa como la arena de las manos.
¿Escriben porque ya nadie les escucha de puertas para adentro, o les escuchan pero se hacen los sordos...? Los hay que prefieren los manuales de autoayuda que escribe Sánchez en una tarde. Superviviente, sin duda alguna, el único dato veraz y constatable en el hombre que engañaba a las tesis doctorales. Malos tiempos para la lírica y la retórica cuando se puede cambiar de opinión como quien cambia de chaqueta. Y no hace falta ni justificarlo con un libro.
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