La fiscal del caso Bretón: «Para mí su confesión en un libro no tiene trascendencia práctica si no lo comunica a prisión»

Una confesión de este tipo en «un texto literario no oficial ni remitido a la dirección del propio centro penitenciario no tiene ninguna validez ni credibilidad porque no se ha presentado formalmente ante la dirección de la prisión«, ha explicado la representante del Ministerio Público encargada de la acusación durante el juicio «al monstruo de Las Quemadillas».

Estas confesiones plasmadas en misivas se hacen públicas por el autor del libro después de 14 años en los que José Bretón ha negado como ya lo hizo durante el juicio haber cometido estos crímenes por los que cumple ahora una condena de 25 años de prisión.

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La fiscal Rojas ha abundado en el hecho de que estas publicaciones no tendrían ningún valor oficial a la hora de que José Bretón solicitara un permiso penitenciario puesto que pueden formar parte de la ficción de un texto literario -no hay por qué creerlo- y por tanto no podrían ser tenidas en cuenta como elemento a favor de uno de estos beneficios carcelarios donde se valorarían extremos como el arrepentimiento o la confesión.

El escritor Luisgé Martín, con el que mantuvo correspondencia durante tres años (unas 60 misivas) y que hasta lo visitó en la cárcel, en Herrera de la Mancha (ha pasado por varios centros penitenciarios). El autor ha publicado el contenido de esas conversaciones y la citada confesión en una entrevista en El Confidencial. El contenido de todas las cartas se publicarán en el libro 'El odio', de la editorial Anagrama, que verá la luz en breve.

Bretón comenzó a pergeñar el terrible crimen en septiembre de 2011, cuando su mujer, Ruth Ortiz, le comunicó que lo dejaba. Pero, según recogen las citadas cartas ahora desveladas en 'El Confidencial', no lo hizo por venganza. «¿De qué iba a vengarme? Yo estaba de acuerdo con la separación. Me parecía bien. Incluso empecé a buscar a otra mujer, llamé a Conchi y estuve a punto de quedar con ella.

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En estas cartas remitidas al escritor mientras estaba en la prisión de Herrera de la Mancha, Bretón escribía, según Luisgé: «empecé a sentir mucha angustia. No por la separación de Ruth, que me parecía lógica y aceptable, sino por mis hijos. Una separación siempre tiene consecuencias con los hijos», y continúa: «me obsesionaba la idea de que se educaran al lado de la familia de mi mujer, que a mí me parecía una familia tóxica».

En contra de lo que se pensaba, Bretón ha contado a este escritor que «no busqué información en ninguna parte, no hice ninguna investigación. Había dos condiciones que tenían que cumplirse: que murieran sin sufrimiento y que los cuerpos desaparecieran luego para que no los encontraran. Sin cadáveres no hay crimen, eso está en cualquier novela policiaca.