Mirar y Ver
Emigrar o quedarse
Son migraciones forzosas, ante la imposibilidad de vivir o de vivir con la dignidad debida a todo ser humano en su propio país
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Iniciar sesiónLibres de elegir si emigrar o quedarse' es el lema de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que la Iglesia celebró, también en Córdoba, como cada año, el pasado domingo. Residen aquí, según datos del Instituto Nacional de Estadística, 21. ... 573 personas de diferentes procedencias, entre las que destacan América del Sur, Central y Caribe, África y diversos países europeos.
En la mayoría de las ocasiones, los desplazamientos no son una opción libre y tienen causas que los convierten en inevitables: conflictos bélicos, violencia, persecuciones, desastres naturales, hambre, pobreza, carencia de trabajo y de expectativas de futuro. Son migraciones forzosas, ante la imposibilidad de vivir o de vivir con la dignidad debida a todo ser humano en su propio país. El abandono de los lazos familiares, de la pertenencia a una sociedad y cultura que identifica y asegura los vínculos, y del pasado anulado por un presente que, ya lejos, se muestra desconocido e incierto, son vivencias que sólo quien las sufre sabe de su dolor.
El discurso del Papa con motivo de esta Jornada es exigente, claro y merece la pena ser leído. En él, pone de manifiesto la necesidad de caer en la cuenta de que, en la decisión de migrar, ha de estar presente la libertad de elegir si «salir o quedarse», pues en caso contrario no se trata de elección, sino de una injusticia obligada y un atentado contra los derechos humanos para aquellos que no tienen otra opción.
Contempla así un «derecho no tipificado» pero fundamental: asegurar «a todos el derecho a no tener que emigrar, es decir, la posibilidad de vivir en paz y con dignidad en la propia tierra […], cuya garantía se comprende como corresponsabilidad de todos los estados respecto a un bien común». Entre tanto, queda mucho por hacer: detener la carrera de armamentos, el colonialismo económico, la usurpación de los recursos ajenos, lograr el ejercicio de responsabilidad de los países de origen, la defensa contra falsas promesas y el tráfico de personas y la salvaguarda de los flujos migratorios, «construyendo puentes y no muros». Y aquí y cada uno, «acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar a nadie fuera».
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