Portugal, Francia e Italia ponen el punto de mira en la Base Logística del Ejército en Córdoba

El teniente general Luis Lanchares describió los peligros que afrontan los países del Tratado Atlántico, que ya no llegan únicamente desde un flanco sino que pueden hacerlo desde cualquier dirección. Es lo que en la jerga militar se denomina «amenaza 360», relató el alto mando. Bajo ese concepto, Córdoba es un puntal en la defensa de la frontera sur, dijo Lanchares.

«La posición de Córdoba en Europa, junto a las bases de Rota o Torrejón, más unas comunicaciones estratégicas francamente buenas son la constatación de que el proyecto de la Base Logística, desde el punto de vista militar, podría engarzar con lo que trabaja ahora mismo la OTAN», dijo el militar, que empleo un símil muy usado: «Blanco y en botella».

La Base está centrada en servir a las tropas terrestres, pero en el marco de la OTAN se podría levantar un 'hub' que sume a las demás armas, incluidos los especialistas necesarios para la guerra electrónica o cibernética. La base conjunta de Rota, por ejemplo, atiende a los cuerpos del aire y a la Armada. En ese marco, Lanchares destacó que «esto es un proyecto que puede beneficiar a todos los ejércitos hermanos, el del Aire y la Armada, que pueden ver con interés formas de colaborar, y otras naciones como Italia, Portugal o Francia podrían ver con buenos ojos participar en el proyecto».

El jefe del Estado Mayor del Ejército, el general Amador Enseñat, también participó en el encuentro y concluyó de forma más rotunda aún. «Vamos a hacer un hub intermodal con la Base de Rota». En el auditorio había representantes de los ejércitos de algunos países de la OTAN, como un agregado militar de Francia, el director de Transportes del Ejército de Portugal e incluso un oficial del Comando Logístico de Chile, país que no forma parte de la organización de seguridad.

La jornada de debate contó con la participación de una quincena de especialistas civiles y militares para explicar a la sociedad el concepto de «logística predictiva». Bajo ese término se engloban una serie de sistemas, generalmente relacionados con las nuevas tecnologías y la transmisión de información a gran escala, que permiten adelantarse a los contratiempos. Estos equipos monitorizan en tiempo real el armamento y sus componentes para más tarde analizar los datos con inteligencia artificial. De ese modo se puede predecir, por ejemplo, cuando se va a romper una determinada pieza por un desgaste excesivo, cuándo un vehículo requerirá munición o combustible o en qué momento habrá que cambiar una rueda o una cadena porque está a punto de romperse. Pero los militares lo sabrán antes de que eso suceda. Es la tendencia inversa de la obsolescencia programada de los móviles actuales.

Esa tecnología ya existe y se instala en unidades militares modernas. Santa Bárbara Systems (contratista privado que fabrica en Sevilla vehículos de combate como el 'Pizarro', el 'Leopard' o el 'Dragón') tiene su propio sistema que encaja con los requerimientos del Ejército de Tierra. El astillero público Navantia también dispone de equipamiento similar que comenzó a instalarse en 2019 en buques como el submarino de última generación S-80. Y en el aire, los F-35 fabricados por Lockheed Martin llevan esa tecnología.

Todo eso es válido para los sistemas modernos de combate, pero ¿qué pasa con los vehículos más viejos, que tarde o temprano terminarán pasando por los talleres de la Base Logística de Córdoba? El Ejército ha comenzado a adaptarlos a la logística predictiva, un trabajo que no será sencillo. El teniente coronel Manuel Mateo reveló que las tropas terrestres de España cuentan con 29 sistemas legados con 130 versiones diferentes y unas 2.500 unidades repartidas por todo el país que habrá que modernizar. Por ejemplo, del millar de camiones pesados del Ejército de Tierra, sólo de un centenar se pueden extraer ahora mismo los datos necesarios para aplicar las técnicas de la logística predictiva.

Entre otras cosas, en el encuentro celebrado en Córdoba también se habló de la guerra de Ucrania. El teniente general Luis Lanchares atribuyó el fiasco de la primera fase de la operación a un «planteamiento limitado y un sostenimiento de las operaciones que no se corresponden con las expectativas de los altos mandos. Por cuestiones logísticas, al principio el avance ruso en el norte se detuvo, después se estabilizó y hubo que cambiar los objetivos principales. Eso es la constatación de que algo no funcionaba y era la logística». Ahora la incógnita es saber cuándo se recuperará Rusia de la guerra, lo que los especialistas piensan que podría suceder en un plazo de entre 3 y 10 años.