Descubre cómo era el altar de la calle Lineros, de Córdoba, hace un siglo

Es, advierte esta experta, «uno de los pocos altares de calle conservados en Córdoba, como el conocido Altar de calle de la Virgen de los Faroles« ubicado en un muro exterior de la Mezquita-Catedral.

Su origen, sigue Ruiz, de acuerdo a la cartela de piedra próxima al altar, fue «la destrucción vandálica la noche del 22 de enero de 1801 de una imagen de la Purísima Concepción de Linares, situada en una hornacina en ese mismo lugar, y considerada como la Conquistadora de Córdoba, de gran devoción en la ciudad«.

Tras este suceso, sigue el proyecto de restauración, «los vecinos recolectaron para construir un nuevo altar«. »Se lo encargaron a Antonio María de Monroy, pintor y escultor reconocido en esos momentos en la ciudad y la provincia. Tres lienzos para el cuerpo central, de los santos patronos y mártires de Córdoba y una pequeña talla de Virgen de Linares para la hornacina inferior, pieza atribuida al escultor Lorenzo Cano (1750-1817)«, sigue el documento.

Pasan las décadas y es en 1924, revela Ruiz, cuando la prensa denuncia las malas condiciones que mostraba. El entonces alcalde, José Cruz Conde, encarga en 1925 su restauración a Enrique Romero de Torres, y los lienzos se suplieron por unos nuevos, obra de por su sobrino, Enrique Romero Pellicer, hijo de Julio Romero de Torres.

Volverá a ser noticia un lustro después. El 10 de mayo de 1931, «durante la quema de los conventos, en los albores de la Segunda República», sufrió grandes destrozos, y en consecuencia un proceso de abandono.

En 1937, se explica en el apartado histórico del proyecto actual de recuperación, «vuelve a ser restaurado por el pintor y restaurador cordobés Rafael Díaz Peno (1912-1984)«. »Y vuelve a ser inaugurado según testimonio en el diario cordobés Azul de la Falange Española de la JONS«, explica Ruiz.

Habrá que esperar a 1997 para ver la siguiente intervención. De acuerdo a lo que se ha explicado este viernes en la presentación de los trabajos que se acometerán, fue una actuación de mejora de su estado ejecutada por la Diputación. «El retablo era neoclásico muy austero, pero la intervención de la Diputación lo barroquiza. Le da un aspecto con más colores, imitando a las piedras barrocas del los mármoles», ha señalado Rosa Lara, técnico de Urbanismo encargada de este proyecto.

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