Las Cruces de Córdoba se abren con una llamada a la celebración familiar

Es la quinta vez que vienen a Córdoba. No conocían esta particular fiesta, pero se animaron tras conocer las cruces de Granada. Se puede decir que dan el pistoletazo de salida al centenario de las cruces de mayo cordobesas, evento que, poco a poco, va afianzando su carácter familiar, limitando los problemas derivados de los excesos o el botellón que hace tiempo generaron notables controversias.

Todo ello en un año que suma una Semana Santa pasada por agua y una cata del vino suspendida. Las expectativas no pueden ser más halagüeñas pese a algún anuncio de lluvia débil, sobre todo teniendo en cuenta además una extraordinaria temperatura. Ni frío ni calor para seis días de corrido.

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El vocal de Cultura y Caridad de la hermandad del Resucitado, Manuel Murillo, en esta cruz que cuenta en frente con la imponente fachada de Santa Marina, declaró que la reducción del horario a las dos de la madrugada y la obligación por las bases de emitir música tradicional han sido decisivas para evitar los problemas provocados por la noche, antaño considerables, cuando los últimos se iban a las cinco o las seis.

«Esto ya no se presta a aquel movidón», afirmó el responsable de esta cruz tan cercana a la de la Plaza de la Lagunilla, correspondiente a la hermandad de la Soledad. Hace lustros ambas formaban una especie de continuidad con las que se colocaban cerca del Palacio de Viana y la del Pozanco, creando una auténtica feria llena de contratiempos.

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También la Soledad dice adiós a eso, entre otras cosas porque coloca carteles anti-botellón y se preocupa por evitar ese tipo de asistencia. El tesorero de la hermandad, Francisco López, espera que la cita responda a las ganas de fiesta de acuerdo con el carácter que ha conseguido obtener gracias al esfuerzo por sortear las desmesuras de otros tiempos: «Ahora somos una cruz de tipo familiar», ha asegurado.

Una cruz más céntrica, como la de San Felipe, evita los problemas con moderación en la música y algún agente de seguridad, sobre todo que impida el acceso a la cercana calle Heredia, pequeña y sin salida, ideal para utilizarse… como urinario.

La labor dirigida por el prioste de la cruz de la hermandad de la Sentencia, Pedro Romero, ha desembocado en una cruz trabajadísima, con pinturas de San Rafael, San Acisclo y Santa Victoria, para empezar. «He querido que sea un homenaje a las fiestas de la primavera», declaró Romero.

Hay un baúl que se abre con referencias a las romerías, la Feria y los toros, todo ello en un ambiente inspirado en el retablo de la calle Lineros. También han recuperado las guirnaldas de otras épocas y colocado el resto de decoración de forma poco simétrica, recordando a cuando los cordobeses, décadas ha, dejaban en las cruces sus floreros. Todo por el centenario.

También se ha volcado con la cruz propiamente dicha la hermandad del Vía Crucis, en la Trinidad. Por primera vez han acudido a la pericia de los alumnos del módulo de arquitectura efímera de la escuela de arte Mateo Inurria.

«Llevan desarrollando desde septiembre un proyecto inspirado en los frescos de Rafael en la sala de Constantino del Vaticano», ha detallado el responsable de Comunicación de la hermandad del Vía Crucis, Antonio Ángel Garrido. «Así que se ve la cruz sobre unas ruinas con distintos elementos de Córdoba, sobre todo diferentes capiteles, combinados con elementos vanguardistas».

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En la Plaza de Colón instala su cruz la hermandad de la Quinta Angustia. Su hermano mayor, Rafael Jaén, ha resaltado también el estilo familiar de este espacio y ha augurado una gran respuesta del público «en un año en el que se superan las 40 cruces». Eso supone un aumento, aunque Jaén ha recordado que conoció cruces con más de 70 hace décadas. «Hay que considerar a las cruces como un formato de tapeo con degustación de vinos», ha manifestado.

Igualmente familiar se considera la cruz instalada en el Chimeneón, de la hermandad de Jesús Caído, donde por cierto su hermano mayor, Rafael Cabezas, ha advertido de las dificultades para colocar los aseos portátiles para minusválidos, petición sin obligatoriedad del Ayuntamiento que llegó a última hora y otras cruces no han podido solventar.

«Todo compensa por mantener la tradición», ha apuntado. Por su parte, Antonio Ruf, portavoz de la hermandad de la Merced en la cruz situada junto a la Biblioteca Central, espera que la gente acuda en masa a una de las cruces que más apuesta por instalar mesas con sillas para comer tranquilo.