Festival de la guitarra de Córdoba

Coque Malla, historias del astronauta gigante

Crítica

Hay muchos motivos para ir a un concierto y el músico madrileño cubre muchos frentes

Todas las imágenes del concierto de Coque Malla

Las claves del Festival de la Guitarra 2022

Coque Malla, en su concierto de Córdoba Valerio Merino

Rafael Aguilar

Córdoba

Hay muchos motivos para ir a un concierto. En ese verano de final de los años ochenta o de principios de los noventa, cuando la fuerza centrífuga de la movida madrileña traía a las provincias a los grupos de moda, medio instituto —en concreto el ... medio que era varón— compramos una entrada para ver Los Ronaldos porque una chica de la clase, justo la que nos traía locos a todos, nos dijo que ella había ahorrado para una y quería ponerse en primera fila para pedirle a Coque Malla, un chavalito, que le regalara su camisa vaquera blanca que era inalcanzable para los modestos alumnos de Bachillerato o de COU, que ya no me acuerdo, que éramos entonces.

Así que allí estábamos todos, escoltando a la princesa de nuestro patio hasta las mismas defensas del escenario. Tú no te muevas, mi reina. El cantante salió no con la prenda con la que ella soñaba y con la que tanta veces lo había visto en un vídeo de 'Tocata' o como se llamara el programa de música de esos sábados por la noche, sino solo con un chaleco interior y oscuro de un traje y sin mangas que con el tiempo se convirtió en una de las características de su indumentaria. 'Jo, pues entonces me voy', se molestó la niña de nuestros desvelos, que nos dejó allí solos, sin su compañía y a un palmo del madrileño. Así que se fue.

Por las noches

Sonó al poco 'Por las noches' y nosotros hicimos lo de siempre: estar sin ella. Este lunes Coque Malla lució al final de su actuación una prenda como la que desilusionó tanto a nuestra acompañante de hace tres décadas al final de su recital en Córdoba, que llenó el Gran Teatro con 'El astronauta gigante' y en el que el músico dejó claro que del adolescente de sus comienzos queda muy poco, aunque a veces lo sacase a pasear para que nadie se olvidara de que no ha perdido del todo la pose gamberra de rockero: porque este tipo que se metió al público en el bolsillo desde el minuto uno por su simpatía, su naturalidad y su entrega es ya un profesional de la cosa que no solo canta, sino que danza, interpreta y declama las letras con el talento y la seguridad de un veterano minucioso de su trabajo, que no es otro, como él mismo expresó al inicio de la velada, que el de emocionar a quienes le escuchan. «Os vamos a dar cera: ese es nuestro trabajo. Así que haced el vuestro, que es acompañarnos», le pidió a sus seguidores.

Malla abrió boca con 'La mujer sin llave' y siguió con 'Solo queda música', 'Abróchate', 'Extraterrestre' y 'La carta', que más que una canción es un relato musicado en el que él desplegó sus dotes interpretativas antes de entonar 'La señal' con la acústica subida y la popular 'No puedo vivir sin ti', con la que no hubo quien no se pusiera en pie. El funky de 'Todo el mundo arde' antecedió a 'Me dejó marchar', que en el disco recopilatorio de su carrera canta con Iván Ferreiro, y a continuación Malla pidió una oportunidad para las recién llegadas: el público disfrutó con 'Una sola vez' con el piano y la batería mandando pero bien. En 'Berlín', que comparte Leonor Walting, y en la inocente 'El último hombre en la Tierra' el cantante lució aún una camisa blanca brillante, la que se quitó para retroceder a los tiempos de 'Adiós Papá' y 'Guárdalo con amor'. El chaleco sin mangas de ese chico que ya es un artista total no pasa de moda.

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