Cinco patios que parecen sacados de una película de fantasía (y están en Córdoba)

El incomparable atractivo de los Patios de Córdoba no solo se demuestra con la belleza de sus flores o el alto flujo de visitantes que es capaz de reunir, sino por el mimo con el que se trata a cada uno y por la sana competencia de los patios concursantes.

Al igual que cada patio tiene su propia peculiaridad, todos y cada uno de ellos aguardan historias y sensaciones vibrantes cuyos dueños conocen a la perfección. Aquí te traemos una selección de cinco patios visitables en el corazón de Córdoba que, gracias a su belleza, bien podrían haber salido de películas de fantasía:

Ubicado en pleno barrio de Santa Marina, este patio casi centenario estuvo en el pasado compartido por numerosas familias que vivían en las casas del interior. El mismo patio concursó por primera vez en el año 1987 y, pese a alguna que otra interrupción sin siquiera participar, es uno de los más premiados en los últimos años.

Se trata de un lugar que transporta a los visitantes al pasado con motivo de su estructura antigua, además de que al alejarse del bullicio de la cola y entrar en él, únicamente se respira paz y tranquilidad. El primer patio de la primera ruta cuenta con cientos de especies florales repartidas entre el espacio de las casas antiguas de esta parte céntrica de la ciudad, por lo que las colas justifican la importancia de un patio que cada año se reinventa, siendo su visita prácticamente una obligación.

Situado en uno de los barrios más emblemáticos de Córdoba cuyas calles están repletas de flores en sus balcones y rejas, el patio de San Basilio, 44, es uno de los más reconocidos y admirados por los visitantes debido al simbolismo de su imagen, protagonizada mayoritariamente por la escalera central encalada, su pozo o las pilas con las que se lavaba la ropa antiguamente.

Es historia viva, un viaje en el tiempo con bastante personalidad, pues además cuenta con varios secretos como el hecho de que gracias a la gran altura de sus paredes es como logran reducir la temperatura en comparación con el exterior en unos 4 grados, creando un clima húmedo clave para las altas temperaturas que registra Córdoba y permitiéndole ser un habitual ganador de premios.

A escasos pasos del anterior se encuentra otra joya, concretamente la que podemos encontrar en el número 28 de la calle Postrera que, a pesar de su diminuto tamaño el lugar aguarda detalles que lo hacen acogedor y único, como por ejemplo que también han decidido mantener elementos originales como las vigas de madera, la pila y su escalera.

Con un estilo que se mantiene fiel a la estructura originaria debido en gran parte a la sutileza con la que están cuidados sus geranios, sus claveles, sus margaritas o sus gitanillas, ya comenzó a contabilizar sus primeros premios en la década de 1990. Por lo tanto, la peculiaridad de este patio pequeño en dimensiones pero rico en grandeza es imperdible visto además la sonrisa que recala en cada visitante que entra en él.

Este viejo conocido ha visto como generación tras generación han relegado la tradición en familias que han sustentado con creces este patio que, por el diseño de su enchinado cordobés clásico o la disposición de su interior parece transmitir una gran serenidad. Sus comienzos en el Concurso de los Patios de Córdoba datan de la tercera década del siglo pasado, concretamente en 1933, registrando hasta el día de hoy casi cuarenta premios.

Aunque desde hace veinte años se mantiene al margen del certamen, reúne hasta doce primeros premios, tratándose del recinto con mayor número de premios de este calibre conseguidos. Su longevidad y su palmarés lo colocan indudablemente entre los mejores de Córdoba para cada edición.

Dentro de la ruta del Alcázar Viejo, este recinto de arquitectura antigua posee un amplio patio principal rodeado de cuatro muros de diferentes épocas. Con el impedimento que supone el mantenimiento de viviendas tan arcaicas, estas casas de vecinos cuentan con unos balcones conformados por vigas de madera soportadas por pilares de ladrillos.

Gracias a una disposición capaz de adaptarse al entorno, el patio de Martín de Roa, 9, evidencia la tradición de Córdoba de manera austera pero elegante.